Rosa de los vientos
Pilar Bensusan
Érase una Navidad
Postdata
Antes del verano, escribí aquí sobre el tacticismo político de Pedro Sánchez. Me preguntaba entonces si esa capacidad suya e insólita de desdecirse se englobaba en alguna idea concreta sobre el futuro de España, esto es, si en el hacer del presidente subyace alguna ideología. Es sabido que una buena parte de la opinión pública y publicada piensan que la actitud de Sánchez tiene una explicación meramente psicológica: lo único que le importa es mantenerse en el poder. Ya señalé en su día que tal conclusión, aunque posible, me parece un tanto banal y, de ser cierta, aparejaría graves problemas psíquicos en el líder socialista. Debe de haber, por tanto, al menos un bosquejo de idea rectora en su actuar. Por otra parte, tampoco es tan infrecuente el cambio de criterio en los gobernantes de otros Estados. A nuestro protagonista quizá se le note más, pero no es una excepción rarísima en el ejercicio del poder.
Hace años, se afirmaba en los corrillos políticos madrileños que Sánchez tenía un asesor con gran conocimiento económico, político e histórico de la realidad española, de origen argentino, de la izquierda peronista y nacionalizado español. A este experto en la sombra se le atribuía el giro del ejecutivo socialista hacia el este y el norte desarrollado de la península, abandonando a la España mesetaria y adyacentes (Andalucía, Extremadura, las dos Castillas). No veo, sin embargo una verdadera concreción de semejante diseño, con el País Vasco, Navarra y Cataluña alborotados y sin cuajar siquiera el deseado Corredor Mediterráneo.
Hay voces más radicales que no sólo le niegan a Sánchez una ideología, sino que consideran que no puede tenerla aunque quiera. Su peliaguda posición parlamentaria le impide desarrollar una estrategia genuinamente propia. “Los sanchistas, afirmó no hace mucho Félix de Azúa, no pueden tomar ninguna decisión sin primero asegurar que toda la culpa la tiene la derecha y la ultraderecha”. Por reducción, la única ideología accesible para Sánchez consiste en reforzar el muro que nos divide y polariza. Todo lo que provenga del lado izquierdo será progresista, ético y legal. Por contra, lo que proceda del derecho resultará abominable, atroz y delictivo. En realidad, la ubicación parece ser su único sustento ideológico.
Malos tiempos para el socialismo español: o servidor del “puto amo” o calladamente asfixiado por tanta pirueta confusa, discontinua y ajena a la socialdemocracia.
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