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No vamos a descubrir el papel de las Naciones Unidas y de sus agencias en la implantación y extensión del nuevo orden mundial y de las ideologías llamadas a sustentarlo. Quizá, podría decirse, para eso exactamente fue fundada, bien es verdad que nadie habría podido predecir en 1945 la monstruosa desviación en fines y medios a la que asistimos hoy. Para muestra, un simple botón sobre el tema estrella de la configuración moral a la que se confía la construcción de ese maravilloso futuro de paz, libertad y naturaleza limpia, el aborto: "La Organización Mundial de la Salud ha pedido a todos los países que eliminen todas las barreras políticas a la penalización del aborto para proteger la salud y la vida de mujeres, adolescentes y niñas del mundo. Pide también eliminar los tiempos de espera obligatorios para abortar así como el consentimiento familiar y los límites sobre cuándo se puede abortar durante el embarazo".
El párrafo, frío y letal como un abortorio, ha sido extraído de un digital español marcadamente "progresista" en cuestiones sociales y mucho menos en las políticas, muy al gusto de ese centroderecha pagano que apuesta sin rubor ni ambages por el nuevo orden. La forma en que se presenta la recomendación a las naciones -que tantas veces adopta formas meramente coactivas- de eliminar cualquier condicionamiento a la eliminación de los inocentes, incluso hasta el final del embarazo según se desprende del texto, prescinde de toda consideración que no sea la salud de las gestantes. Se sitúa, pues, a las conciencias ante un dilema moral entre la vida de la madre y la del hijo que, en la inmensa mayoría de los casos, no es más que una falacia.
A nadie debería extrañar que una instrucción tan abiertamente bestial proceda de una organización corrompida, la OMS, que ha ofrecido un espectáculo inaudito de incompetencia, ocultamiento de datos y plegamiento a los intereses de China durante la pandemia que nos ha arrasado. ¿Se puede ir aún más lejos? No lo duden: en un reciente proyecto de ley del Estado de California, uno de los más progres de la Unión, se plantea ya, de forma nada encubierta, la posibilidad de dejar morir a los recién nacidos en las cuatro primeras semanas sin que ello pueda suponer "responsabilidad o sanción penal o civil". Una llamada abierta al infanticidio, el cual muy pronto formará parte de los nuevos derechos de esta sociedad depravada.
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