Érase una vez
Agustín Martínez
Presupuestos?‘destroyer’ para Granada
Es inaceptable y escandaloso que un Gobierno que supuestamente surge de un régimen democrático haya sido y siga siendo capaz de llevar a cabo un genocidio con la población de Gaza y un ataque feroz contra Líbano, contabilizando miles y miles de personas inocentes muertas incluyendo niños y niñas, al margen de millones de personas desplazadas de sus hogares. Generando nuevas formas de violencia impidiendo acceso a alimentos o medicamentos.
Bombardeos sobre hospitales, colegios, asentamientos de personas refugiadas o infraestructuras básicas, caracterizan una guerra desigual e injusta que muestra a un Gobierno capaz de saltarse todos los límites establecidos por el derecho internacional. Infiltración en el corazón de Hezbolá incorporando y activando explosivos en walkie-talkies y beepers cuyas consecuencias en muertos y heridos han sido descomunales. Y todo ello con una cómplice colaboración de los Estados Unidos con un feroz e implacable Netanyahu.
En este contexto, la comunidad internacional se muestra incapaz de desarrollar una respuesta diplomática y jurídica que impida y castigue estos actos de Israel que incumplen el derecho internacional. La ONU muestra una clara limitación y la Unión Europea tampoco consigue una posición común que pudiera influir en el objetivo de parar a Israel. Netanyahu, su Gobierno y sus líderes militares debieran rendir cuentas ante la corte internacional por sus actos criminales.
No quiero dejar de señalar que los ataques terroristas que en octubre de 2023 protagonizaron los miembros de Hamas son absolutamente rechazables y condenables sin ningún tipo de duda; los rehenes que aún están en su poder deben ser puestos en libertad sin condiciones y de inmediato, estos actos terroristas no justifican la desproporcionada reacción de Netanyahu.
La situación actual es extremadamente grave porque la escalada de Israel con sus ataques en el Líbano o la repuesta de Irán lanzando misiles contra Israel, nos acercan al abismo de un conflicto dé incalculables consecuencias. Y es el momento de reclamar un ¡Basta Ya! desde el conjunto de la sociedad. Esto debe parar de inmediato. Y habrá que repensar y recomponer una ONU que sea capaz de ofrecer respuestas válidas a estos desafíos.
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