Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
Como una causa que nace de la tierra fértil de Andalucía, el río de información Guadalinfo ha fluido durante dos décadas, llevando el conocimiento y la tecnología a los rincones más alejados de nuestra geografía. No es un río de agua, sino de ideas, de información, de comunicación. Un torrente que ha permitido que los pueblos, antes aislados por la geografía o la economía, hoy naveguen por el conocimiento, cruzando puentes invisibles de bits y algoritmos. Aprendizaje, innovación y nuevos modelos para ganarse la vida.
Este río, bautizado con el nombre de Guadalinfo, fue un faro en los tiempos de la brecha digital, iluminando senderos que antes eran intransitables, gracias a un equipo imbatible y a liderazgos como el de Juan Francisco Delgado. Y, como en todo río, había un manantial, un origen: la visión de Fernando de los Ríos, intelectual incansable que, en su lucha por la educación y la libertad, sembró las primeras semillas de lo que hoy conocemos como acceso universal al saber.
Pero hoy, en estos tiempos que podríamos llamar de post-verdad, donde la mentira se disfraza de verdad y la verdad parece evaporarse en el aire, la Junta de Andalucía ha decidido cambiar el nombre de este río y de paso seguir vaciando a Granada de referentes andaluces.
Ya no lo llaman por su verdadero nombre, ya no reconocen en él la huella de Fernando de los Ríos. En un gesto que podría parecer pequeño, pero que resuena como un eco sectario, que ha intentado borrar el legado de un hombre que creyó en la educación como el único medio para liberar al pueblo de la ignorancia. Juanma Moreno ha querido borrar esa huella. El adanismo llega a la Junta.
¿Qué es un nombre? Tal vez solo un conjunto de letras, pero en su sonido residen las memorias, los ideales, los sueños. Cambiarlo es, en cierto modo, intentar alterar la corriente misma de este río, desviar su curso. Sin embargo, por más que intenten borrar, por más que desvíen, la historia sigue fluyendo, como el agua que siempre encuentra su camino. El legado de Fernando de los Ríos no puede ser borrado tan fácilmente, porque está escrito no en las piedras, sino en los corazones de aquellos que han bebido del río de Guadalinfo, más de dos millones de ciudadanos en estos 20 años, de aquellos que han encontrado en su caudal la puerta hacia el futuro.
Y ahora, cuando la inteligencia artificial y la tecnología redefinen nuestro mundo, debemos recordar a aquellos que, como Fernando de los Ríos, imaginaron este futuro, y lo hicieron posible y agradecerles por haber dado vida a este río inagotable de conocimiento.
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