La malafollá y la inteligencia artificial

08 de enero 2025 - 03:06

El otro día acudí a la inteligencia artificial para satisfacer mi curiosidad sobre lo este invento tecnológico sabía sobre la malafollá. Creía que mi iba a sacar de algunas dudas. Pero quiá, empezó a desbarrar sin saber exactamente cómo plantear la cuestión. Como ese niño al que le hace el maestro una pregunta de difícil comprensión y el alumno se tira cinco minutos hablando, pero sin decir nada que aporte algo nuevo. Resulta impresionante la facilidad con la que ChatGPT o cualquier otra inteligencia artificial te redacta con el estilo deseado aquello que le pedimos, ya sea una carta, el resumen de un libro, una condolencia o un discurso sobre el escarabajo de la patata, pongamos por ejemplo. La IA también nos programa ya la vida, nos planifica nuestro próximo viaje, nos traduce lo que le pedimos o nos hace un video de nuestras vacaciones con música de los Beatles. Sí, todo eso está muy bien, pero todavía no sabe lo que es la malafollá. ChatGPT, el asistente más antiguo de la IA, dice que hablar de la malafollá es adentrarse en uno de los rasgos más pintorescos y complejos de la idiosincrasia granadina. Para luego decir que el término es difícil de traducir y más aún de explicar. Nos ha jodido. Es lo que llevamos diciendo muchos expertos en el tema desde hace años. Luego dice que no sólo es un carácter, que es un arte, una actitud que define a los granadinos. Otro asistente, Copilot, dice de la malafollá que es un tipo de humor irónico y sarcástico característico de los granadinos. Y se queda tan pancho. Una tercera aplicación de la IA, una tal Gemini, más de lo mismo: que si es un rasgo característico de los granadinos, que si es una forma de ser, que si es una actitud ante la vida y bla, bla, bla… pero sin saber lo que es exactamente la malafollá. Y es que la IA también se tendrá que rendir a la evidencia de que la malafollá es inexplicable y de que hay que conocer a una persona afectada por la misma para saber exactamente de qué se trata. Dicen que obispo de Granada no supo lo que era la malafollá hasta que le presentaron al canónigo Fonseca. Pues eso, a la malafollá hay que tenerla delante para conocerla, lo demás son cabinas de cochero y desvaríos de la inteligencia artificial.

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