Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Un hombre para la eternidad
Los políticos piensan que los ciudadanos somos tontos y que, frente a todo lo que ocurre en España, reaccionaremos como ellos quieren; de hecho, nos tienen siempre preparada la respuesta/argumentario que ellos repiten como un mantra.
Esta perversa tendencia de la actual política puede resumirse en: dime de qué ideología eres y te daré la interpretación de los hechos que tienes que repetir.
Y es que la manipulación política está omnipresente en España. El último ejemplo, la desgraciada DANA acaecida en Valencia. Para la izquierda, la culpa es de Mazón y su incompetencia, y los sucesos de Paiporta son culpa de la ultraderecha radical. Para la derecha, la culpa es de Sánchez/Robles/Rivera y su ignominia/incapacidad para coger las riendas de esta trágica emergencia nacional.
Además, para ser un buen izquierdista debes profesar la dictadura del cambio climático y para ser un digno militante de la ultraderecha, debes ser negacionista del clima. Incluso las manifestaciones tras la catástrofe están sirviendo de instrumento político.
Hasta la frase “sólo el pueblo salva al pueblo”, para la izquierda es producto de la ultraderecha radical, y para la derecha, de la extrema izquierda que quiere subvertir el Estado.
Pero la realidad no es blanca ni negra, trasciende a estas burdas manipulaciones políticas, por más que se empeñen estos dirigentes bienquedas de salón, coche oficial y dietas pagadas en imponernos “su” realidad e intentar salvarse, aunque los acontecimientos les superen y toque dimitir.
La ingeniería del argumentario falaz ya no cuela porque la sociedad española no es tonta y ya no traga con tanta manipulación, que sólo beneficia a los políticos y en nada a los ciudadanos.
Nadie es responsable de la DANA en sí, es una catástrofe natural, ni Mazón es el único responsable de su pésima gestión, ni tampoco lo es el Estado, aunque sí es cierto que aquel fue incompetente y que éste debería haber tomado las riendas de la tragedia desde el primer momento, y, quizás, con una gestión más eficaz e inmediata, se hubieran salvado más vidas. Esta tragedia está demostrando –si alguien no lo sabía todavía– la inoperancia/ineptitud de las CCAA y la descoordinación entre el Estado y estas autonomías que sólo sirven para aumentar la burocracia y pagar sueldos a políticos.
Tampoco “el pueblo salva al pueblo”, al pueblo lo salva el Estado con nuestros impuestos, y la actuación del pueblo proviene de la extraordinaria solidaridad de los españoles.
Todo el mundo ha visto lo ocurrido y no es momento para más manipulaciones falaces. Estos políticos deben remangarse y trabajar en primera línea para ayudar a los valencianos en esta desgracia.
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