Mariló García Cotarelo

11 de diciembre 2024 - 03:05

Mariló García Cotarelo, concejala de Cultura durante el primer mandato del socialista Antonio Jara, sabía que cada decisión suya era vista con anteojos de rabia por los restos del incordio de un pasado sin libertad. Sabía que en cada de sus decisiones había una lupa que agrandaba el furor de los que no querían que nada se moviera. Pero ella hizo que la Cultura en Granada fuera diferente, atrevida y un poco suicida, pero al fin al cabo una Cultura que nadaba en la piscina de la libertad de expresión y de pensamiento. No había marcha atrás en aquella ciudad que mientras ella tomaba juramento una Virgen lloraba lágrimas de sangre o la emprendía a golpes con los asistentes a un espectáculo de Els Comediant. Mariló García Cotarelo murió hace cuatro días a los 81 años. Desde hacía mucho tiempo se había alejado de la política, como tantos otros que son completamente olvidados y a los que les gana el desencanto de lo vivido. Cuando yo llegué a Granada en el 82 era ella la que partía el bacalao en la Cultura de esta ciudad. A ella acudían todos los creadores huérfanos a los que las instituciones nunca les había hecho caso. Fue ella la que sacó dinero para montar el festival de rock de Zaidín, la que apoyó la creación del Festival Internacional de Teatro y la que daba dinero a los poetas para que pudieran llevar a cabo sus proyectos.

En el año 1984 un juez dictó una orden de procesamiento contra ella por haber permitido que en una exposición de cómic que había organizado la concejala se mostrara un dibujo en el que se veía a un sacerdote que se levantaba la sotana con ambas manos y mostraba una cruz invertida en el lugar de los órganos genitales. El juez creía que aquello era un ultraje a la religión católica y ella dijo que los años de la censura ya habían pasado, que no eran tiempos de fanales con santos, estampicas y mariposas de aceite. Antológica fue su salida cuando los del consulado americano de Sevilla intentaron que se retiraran unos cuadros de Juan Vida que se exponían en el Auditorio Manuel de Falla y en los que se veían cuerpos desnudos difuminados y llenos de color. Alguien creyó que aquellos cuadros podían ofender al embajador americano que daba en el auditorio una recepción. “Retiraré los cuadros cuando los americanos se retiren de Rota”, dijo Mariló. Descansa en paz.

stats