La Rayuela
Lola Quero
Tierra de espías
La bitácora
DICE la Casa Real que a partir de ahora Vicente del Bosque, seleccionador nacional de futbol, será marqués. Supongo que la rara combinación de éxito y modestia que aúna el personaje habrá tenido algo que ver en su irresistible ascensión al seno de la aristocracia. En todo caso, la concesión del título nobiliario al entrenador campeón del mundo ha servido para que sepamos que el entrenador del Barcelona no será noble porque, como el mismo ha dicho, en Cataluña "no hay de eso". Al mismo tiempo, para completar el elenco nobiliario con un toque cultural, se ha concedido otro marquesado al último premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa. En definitiva, a partir de ahora y por Real Decreto de la Jefatura del Estado, este país cuenta con dos nuevos marqueses, el marqués de Vargas Llosa y el marqués de Del Bosque, que, de acuerdo a la legislación nobiliaria española, podrán disfrutar del título y heredarlo sus sucesores.
Desde luego, otorgar distinciones cuando los que las reciben son ya reconocidos en la sociedad por sus logros, nunca está de más. Es algo similar a lo que se hace en Francia o Inglaterra con figuras importantes de la cultura o el deporte. Una sociedad como la nuestra, en horas bajas por la depresión que nos produce la situación económica y nuestra incapacidad para superarla, necesita de estímulos y estas distinciones pueden servir en cierto modo para devolvernos la fe en nuestras propias posibilidades. La identificación de referentes sociales que trasmitan confianza en la capacidad del país para salir adelante, contrasta con la sensación generalizada de que sin la imposición desde el exterior no seremos capaces de solventar nuestras dificultades.
Una buena prueba de esto es el breve pero intenso espectáculo vivido estos días con motivo de la visita de la canciller alemana Angela Merkel. A los que están en la tarea del "cuanto peor para todos, mejor para ellos", las palabras de consuelo que la dirigente teutona le ha dedicado a las medidas económicas del gobierno, no les han gustado. Por otro lado, a otros, eso de que vengan desde fuera a hacernos la 'prueba del algodón', tampoco les ha hecho mucha gracia. Pero en el fondo todos debemos reconocer que quien tira del carro en Europa es Alemania y quien tiene autoridad moral para decirnos lo que debemos hacer en lo económico es la Merkel, aunque nos pese. Ella sí que es un referente para España y después de habernos echado una manita con su apoyo de estos días creo que se merece por lo menos un marquesado. A ver si con el título se callan y la escuchan un poco más nuestros políticos.
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