El río de la vida
Andrés Cárdenas
Una persona agradecida
El lanzador de cuchillos
Uno. Puedo decirlo con orgullo: yo lo vi jugar. Y lesionarse. Y volver. Y volver a lesionarse y volver a volver, cuando nadie daba un duro por él. Lo vi perder con elegancia y ganar con grandeza. Lo vi con melena adolescente y tonsura de fraile. Lo vi defender a su país. Y a sus compañeros. Vi cómo respetaba al rival. Nunca lo vi rendirse. Ni quejarse. Sí, todo llega a su fin, pero Nadal dejará una huella eterna.
DOS. Los que se han quitado un peso de encima con la retirada de Nadal son los Errejones, Echeniques y otras excrecencias de la España sanchista. Obviously, no han perdido la oportunidad de ser cicateros, puesto que la mezquindad es una condición de la que no pueden desprenderse. Tampoco ha faltado a la cita el diario de Nacho Escolar, que ve en el modélico tenista balear más sombras que luces. En el Folletín Oficial del Estado a Rafa nunca lo han tragado. Demasiadas virtudes para el periódico de la miseria moral como línea editorial. Un eslogan de regalo: “El periódico más triste para el lector más resentido”.
TRES. Txapote volverá a casa por Navidad. Puede celebrarlo reservando mesa en el restaurante de la Parte Vieja donostiarra en el que le levantó a Gregorio Ordóñez la tapa de los sesos. Su salida y la de varias decenas de terroristas es cortesía de Sánchez y sus compinches. El PP y Vox también han votado a favor porque a los diputados de la derecha les pagamos el sueldo para que nos hagan pasar vergüenza. Pero la cosa también habría salido sin esos inútiles. El que tenga todavía dudas, que repase los movimientos de Sánchez desde su investidura y podrá comprobar que votar hoy al PSOE es garantizar la desigualdad de los territorios y la impunidad de los delincuentes.
CUATRO. Lo siento por los palizas, brasas, pestiños, coñazos y cenizos, que en este país nuestro son legión. Por los acomplejados y los pusilánimes. Por los seres odiantes. Por los indigenistas de todo a cien, por Rufián y por Otegi. No somos los más grandes, como dicen los nacionalistas de Vox, pero sí tenemos mucho que celebrar. Por lo pronto, que quinientos millones de personas platican, negocian, cogen y se enojan en español, un idioma rico y plural como la comunidad hispana.
CINCO. Quien viva aún en la creencia de que la cobra real sólo puede verse en la India y el sudeste asiático ya está tardando en pedir que le pasen el vídeo de la Infanta y Pedro Sánchez.
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