Navidad comercial

11 de diciembre 2024 - 03:05

En lo que a mí respecta y lo que me joroba de todo esto, es que hayan tenido que inventar, para hacer más civil esto de la Navidad, a un personaje que podía haber nacido en la mente de algún escritor, pero sin necesidad de estar relacionado con la Navidad –como en el caso de Mary Poppins, Harry Potter u otros muchos personajes ficticios– porque la Navidad, guste o no guste, es un asunto de religión, de convicciones basado en hechos reales. ¡Vamos, que no puede ser razón más religiosa!, pues, lo que celebramos –que parece que a muchos se les ha olvidado– es el nacimiento de quien creó nada menos que el Cristianismo: Cristo Jesús. Y a algunos les incomoda, les incordia que así sea. Y llega a fastidiarles, por ende, todo o casi todo lo que tiene que ver con la celebración de la Navidad en sus formas y maneras tradicionales. Y se esfuerzan en banalizarla, transformarla, disfrazarla y rebajarla sólo a un tiempo festivo en el que se ofrecen buenas ocasiones para gastar, para regalar, para comprar y vender. ¡Eso es! Pretenden rebajar la Navidad a un simple tiempo para el comercio y la diversión. Total, muy intrascendente el asunto, pasajero hasta lo efímero, pero que, para goce y satisfacción de los accionistas de los grandes almacenes, se repite cada año, al inicio del invierno. Y el resultado son las cajas rebosantes de billetes, el dinero de plástico rozándose casi hasta arder y los bolsillos de los clientes, resignados a sufrir la inmediata ‘Cuesta de enero’, sin ‘blanca’ en el bolsillo, pero muy felices...

De cualquier manera, sí mantiene aún, esta otra navidad de la transacción y del dinero, una cierta buena voluntad para invocar la paz y la práctica del amor. Hasta hay quienes han compuesto villancicos sin información religiosa, una especie de coplas boleros, para ser cantadas en estas fechas con lentitud y ternura, distanciado de la ternura trascendente de los que creemos en Jesús, aunque pueda parecer algo trasnochado y nos aferremos a aquellos otros villancicos que nos hablan de lo que aconteció en torno a aquel portal en Belén. ¿Por qué tanta inquina a lo creyente, a lo religioso?

Toda cultura ha de tener raíces para su subsistencia, aun siendo evolutiva, naturalmente. Y las raíces de la cultura occidental han sido alimentadas durante siglos, durante edades enteras, por conceptos teológicos elaborados por filósofos de esencia y creencia cristiana. No existiría Occidente, como lo conocemos, sin la presencia de Cristo en la historia común.

Por eso me gustan los villancicos, que hasta pueden ser canciones de origen medieval. Y me gustan los portales de Belén, los ‘nacimientos’ domésticos, con sus figurillas de barro y casitas de cartón, ríos de aluminio, montañas de papel y estrellas de latón. Me parecen más trascendentes ¿O no?

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