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En dos semanas comienza una Navidad marcada por imputaciones y corrupciones que asoman en un horizonte judicial cada vez más complicado para el gobierno, a lo que ayer mismo se unió el último minuto de gloria del prófugo Puigdemont exigiéndole a Sánchez que se someta a una cuestión de confianza porque no es de fiar. Y es que es un independentista de ultraderecha quien marca el ritmo de nuestro país a golpe de puño de hierro para España y guante de seda para los enemigos de nuestra Constitución. Se ve que la inconstitucional amnistía para los delincuentes del procés -pisoteando la igualdad ante la ley y la división de poderes- es ya poco para él ¿No dijo que se iba si no gobernaba en Cataluña? ¿A qué espera?
Y es que esta Navidad será más político-judicial que otra cosa, porque, aparte Puigdemont, el panorama es muy preocupante para un gobierno asediado por los escándalos de corrupción de los que Aldama seguirá tirando de la manta, y no duden de que Ábalos también tirará cuando se vea sólo ante los tribunales y asimile que su mejor defensa será un ataque, caiga quien caiga... ¿será Torres, el ministro que todo lo niega, o alguien más?
Va a ser pues una Navidad e inicio de año de lo más movido en los tribunales, porque junto al caso Koldo, también están los de Gómez y David Sánchez, y el del imputado fiscal general, que seguro acabará con una condena penal. El coste de la institución que dirige es ya irreparable.
Y qué decir de los embrollos judiciales que les esperan a Mazón y Cía. y al gobierno central por la desgraciada catástrofe de la DANA.
En fin, en un país judicializado, chantajeado por golpistas y que avanza por la senda anticonstitucional de la federación y el cuponazo milmillonario para Cataluña a costa de la pobreza del resto de España, esta Navidad y año nuevo sólo nos traerán a los españoles otro subidón de impuestos para la clase media, enmascarado con progresía social. Intentaremos pues olvidarnos de la situación de extrema preocupación nacional, celebrando estas fiestas con lo que nos permitan nuestros exiguos salarios.
No auguro pues felicidad alguna para España en 2025, sólo más muros y confrontación. Tampoco para Europa, sumida en una crisis económica y que ha decidido suicidarse sacrificando los valores occidentales en pro de lo woke.
Disfruten pues lo que puedan en estos tiempos previos al desmantelamiento de nuestro Estado de Derecho y del mundo occidental y tomen, si sus sueldos lo permiten, mantecados, mazapán y turrón.
A pesar de todo, feliz Navidad...
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