Érase una vez
Agustín Martínez
Presupuestos?‘destroyer’ para Granada
Felipe VI nunca ha tenido fácil su función constitucional de proponer un candidato a la investidura como Presidente del Gobierno pues desde que accedió a la jefatura del Estado hemos tenido en España un Congreso fragmentado. Sin embargo, pese a la panoplia de situaciones advertidas desde 2015, con rechazo por parte del candidato propuesto (Rajoy), investiduras fallidas en la XI, XII y XIII legislatura y repetición electoral en dos ocasiones por no ser investido ningún candidato (2016 y 2019), nunca se había producido lo de esta XV legislatura.
El líder del partido más votado (Núñez Feijóo) no tiene posibilidades aritméticas de ser investido pues tiene en contra a 178 miembros del Congreso, que constituyen la mayoría absoluta. Por otro lado, el líder del segundo partido puede aunar esa mayoría, como se ha visto en la constitución de la Mesa del Congreso, pero no la tiene garantizada. El problema se plantea cuando Feijóo pide públicamente ser propuesto como candidato por el Rey. En realidad, pone en un brete al Jefe del Estado. ¿Puede proponer a un candidato que tiene en contra a la mayoría del Congreso pero es el más votado? Finalmente lo hace, imagino que con dudas y con un Comunicado de la Casa Real poco atinado pues apela a la costumbre de proponer al más votado. No existe ninguna costumbre en ese sentido. El Rey realiza consultas con los grupos políticos y propone a quien puede sumar más apoyos. Es lo que dice el 99 CE y no caben costumbres contra la Constitución. Pero, de alguna forma, el Rey superó el brete y cumplió su papel. Lo que seguramente no esperaba es que el candidato propuesto no cumpliera con el suyo. Lo lógico es que el candidato estuviera hablando con los distintos grupos políticos, insistiendo en las ventajas de su investidura, y presentando a la ciudadanía el programa de gobierno a desarrollar si fuera investido. Sin embargo, en lugar de eso, está dedicando su tiempo como candidato a convocar movilizaciones en contra de la investidura de un futuro candidato que, lógicamente, aún no ha sido propuesto por el Rey. Las formas y el respeto a los procedimientos son fundamentales en una democracia constitucional. Por ello, antes de convocar una movilización contra una futura investidura de Sánchez, Feijóo debería haber comunicado al Rey la renuncia a su propia investidura. En otro caso, está dejando en mal lugar al Jefe del Estado que, como impulsor del proceso de investidura, estará asistiendo atónito al espectáculo de un candidato que, asumiendo con carácter previo su derrota, se dedica a atacar a quien todavía no ha podido ser propuesto.
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