El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Superioridad femenina
Tribuna de opinión
El municipio de Granada cuenta con una población de 232.000 habitantes aproximadamente y cuenta
también en estos momentos con una sola piscina municipal al aire libre: la Piscina Municipal de Almanjayar. Casi todos los municipios del Área Metropolitana de Granada también cuentan con una piscina al aire libre con la diferencia de que su población es 10 veces menor. Dicho de otra forma, para poder equipararnos con Churriana, Cenes o Maracena tendríamos que construir nueve piscinas descubiertas más en Granada.
La bajada del poder adquisitivo de los granadinos tras tres crisis económicas encadenadas, la subida de precios del combustible o la masificación de las playas son sólo algunos factores que explican que cada vez más granadinos no tengan opción de “huir” de la ciudad en verano, salvo en contadas ocasiones. Esto nos obliga a sufrir un verdadero calvario de noches sin dormir y días de calor infernal que provoca mayor irritabilidad, menor concentración, pesimismo y en definitiva una calidad de vida terrible durante muchas semanas.
El cambio climático avanza más rápido de lo que se esperaba. Veranos de cuatro meses y olas de calor
interminables forman parte de la nueva realidad. Además las ciudades actúan como islas de calor que agravan la situación. Desde naciones unidas, El CSIC o numerosas universidades se insta a las ciudades a tomar medidas urgentes que mitiguen los efectos del calor: mayor aislamiento térmico en edificios, mejora de materiales en fachadas y pavimentos para una menor absorción del calor, integración de arbolado y zonas verdes por toda la ciudad, y por supuesto puntos donde refrescarse, “oasis” donde las personas puedan sobrellevar el calor y que deberían incluir además de arbolado, piscinas al aire libre disponibles para todos.
Esta es la Granada que debería ser, una ciudad preocupada por el bienestar de su habitantes, por los mayores, por los niños, por todos. Porque las piscinas de verano ya no son un capricho, sino una necesidad de primer orden. Plantar árboles y poner toldos está muy bien (vemos que se está haciendo en algunas zonas), pero esto es totalmente insuficiente.
Una piscina al aire libre no es nada cara en comparación con cualquier otro edificio público, y la mejora de la calidad de vida que produce en el barrio donde se instala es enorme. Además las piscinas públicas en las ciudades son un concepto totalmente ecológico e inteligente, porque cuanto más atractiva sea una ciudad en verano, menos gente se verá forzada a comprarse una vivienda con piscina a las afueras y a contaminar con su coche cada vez que se desplace (entre otras cosas). La ciudad es sin duda el modelo de convivencia menos contaminante que hay y debemos apostar por él.
Que Granada tenga una sola piscina de verano es vergonzoso e inaceptable, y habla muy mal sobre los gobernantes y también sobre los granadinos que lo hemos permitido.
Por eso pido a todos los grupos políticos a que tomen conciencia de la gravedad de la situación y se comprometan a crear una red de piscinas al aire libre para esta ciudad. “Ocho piscinas para ocho distritos” debería ser un objetivo incuestionable y urgente para esta nueva realidad a la que nos enfrentamos. Solamente hace falta voluntad política
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