El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Superioridad femenina
Hubo un tiempo muy lejano, cuando yo era joven, en que me interesó verdaderamente la política. En esa época yo creía que quienes se dedicaban a ella eran hombres y mujeres generosos/as, que por un tiempo dejaban su ocupación habitual para prestar un servicio a sus conciudadanos. Eran tiempos difíciles en España, cuyos políticos, algunos años antes, habían hecho un enorme esfuerzo de entendimiento y de consenso, consiguiendo que nuestra transición a la democracia fuera ejemplar. Hoy contemplo a nuestra “casta” política y me decepciona enormemente. Ahora, los principales partidos políticos, andan salpicados por la corrupción de algunos de sus miembros y enfrentados. Alegan como única defensa de su fracaso para contenerla el “y tu más”. Son Incapaces de llegar a pactos globales de interés para todos, en temas como la educación, que ha conocido la enésima ley, impuesta por cada uno de los gobiernos de distinto signo, sin contar con un mínimo consenso de los actores principales. Una reforma tras otra ha sido incapaz de disminuir el fracaso escolar y colocan a los alumnos de nuestro país en los últimos puestos de Europa en comprensión lectora. Y qué decir del pacto por la Sanidad, que debería solucionar la cobertura y la accesibilidad de la atención primaria. Que precisa de medidas globales urgentes, para evitar la fuga de profesionales formados en nuestro sistema sanitario público y que emigran a otros países en busca de una estabilidad laboral y remuneración dignas. La desigualdad entre los 17 sistemas autonómicos sanitarios es cada vez más patente, no tanto por las coberturas como, por la respuesta del sistema a las patologías (listas de espera) y por las diferencias en los salarios de los profesionales según el territorio. Nuestra clase política no vive a pie de calle, no es sensible a los problemas cotidianos de los ciudadanos. Solo en campaña electoral, se acercan interesadamente al pueblo. La Política en España se ha profesionalizado. Hay políticos que no han tenido otra ocupación en su vida. Algunos/as están criados a los pechos del partido político de turno; partidos con una estructura rígida, a menudo poco democrática, donde no hay lugar para disentir de la corriente oficialista. Muchos/as van pasando de un cargo público a otro para finalizar en la puerta rotatoria de los consejos de administración alguna empresa pública donde son finalmente “colocados”. Así las cosas, me pregunto si estos son los políticos que nos merecemos.
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