El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Superioridad femenina
La atención a la salud mental es uno de los caballos de batalla de nuestra sanidad pública. Y también es una de las prioridades del actual gobierno; tal es así que el ministerio de Sanidad diseñó el llamado Plan de Acción de la Salud Mental 2022-2024, que incluía medidas como la línea de atención a la conducta suicida, además del desarrollo de una nueva área de capacitación como es la Psiquiatría Infantil y Adolescente. No obstante, este ambicioso plan choca con el déficit de psiquiatras y psicólogos en España con respecto a otros países de Europa, además de otras cuestiones que dificultan la accesibilidad de la población general a la atención psicológica. Me comentaba hace unos días uno de mis pacientes que padece un trastorno psiquiátrico grave, y que es atendido en una de las áreas de Salud Mental de nuestra provincia, que en las 4 últimas revisiones que tuvo fue atendido por 4 psiquiatras diferentes. Cada médico que lo veía por primera vez tenía que dedicar gran parte del tiempo de la consulta a leer de forma detenida su historia clínica, como es lógico cuando te enfrentas a cualquier enfermo por primera vez. Después, los distintos criterios en cuanto a la estrategia terapéutica de los respectivos profesionales, como si fueran a seguir atendiéndolo en el futuro, se tradujo en hasta 3 cambios consecutivos de tratamiento farmacológico en apenas 8 meses. Cuando le proferí que este debía ser un problema puntual, él insistió en que esta situación era compartida por otros muchos pacientes atendidos en esta área de Salud Mental. La realidad es que, en los últimos 5 años, se ha producido un importante incremento de los trastornos mentales en España, acentuado sin duda por la pandemia. Hasta el 30% de la población de nuestro país padecerá en algún momento de su vida una enfermedad mental de distinta gravedad, aunque en su gran mayoría serán leves. Esto, y la baja tasa de psiquiatras en Andalucía (6,2/100.000 habitantes, frente a los 13,3 y 15 de Cataluña y Euskadi respectivamente y los 18 psiquiatras/100.000 habitantes que considera óptima la OCDE), está causando una alarmante falta de atención a las patologías psiquiátricas más graves, como la esquizofrenia, la depresión mayor o los trastornos de la personalidad. Asignar recursos diferenciados y específicos a estas últimas patologías, que precisan de tratamientos intensivos y prolongados, sin dejar de atender a las más leves, es absolutamente prioritario.
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