La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
Llega septiembre y eso quiere decir que se han acabado las vacaciones y vuelve la vida cotidiana. Aunque este año eso que antes de marzo de 2020 llamábamos 'la vida cotidiana' tampoco parece que vaya a ser la que nos vamos a encontrar. Esta vez no será un virus ni una pandemia, pero una guerra, la inflación, los precios de gas, electricidad o combustibles, el riesgo de desabastecimientos, los síntomas cada vez más claros del calentamiento global…en fin, la vida cotidiana repleta de incertidumbres y angustias.
Pero, a pesar de todo, cada día hemos de cumplir con nuestro plan: ir al trabajo, hacer la compra, quizá ocuparnos de alguien a quien cuidar, salir de paseo o ir al cine. Retomar de nuevo las rutinas.
Aunque también septiembre, casi como enero, es el mes de hacernos nuevos propósitos y abrir agendas. Esto es así de forma muy clara para quienes se dedican a la enseñanza, pero también en política es cada vez más frecuente que septiembre sea el mes de hacer nuevos planes y arrancar proyectos.
Tanto en educación como en política, ese nuevo arranque no puede ser, no debe ser, un arranque desde cero. Porque el pasado siempre está ahí y la mochila que cargamos, en lo personal y en lo colectivo, no debe olvidarse. Habrá casos en que esa mochila sea un lastre, habrá casos en los que sea un buen trampolín desde el que seguir.
Aunque estemos en tiempos de incertidumbre, es necesario enfrentarnos al futuro con esperanza. Como ciudadanas de un mundo tan inestable es más importante que nunca que nos impliquemos, que seamos activas y críticas, que no dejemos de tomar partido.
Porque este mundo en el que vivimos, al menos en esta parte del mundo en la que nos ha tocado nacer, es un buen lugar en el que estar: tenemos derechos, tenemos servicios, tenemos futuro. Aunque sea incierto.
Y todo lo que tenemos está garantizado por el Estado de derecho y el Estado del bienestar.
Conviene profundizar en los derechos individuales, eso es verdad. Pero también conviene mejorar los servicios colectivos. Y, en uno y otro caso, es importante pensar que el equilibrio entre lo individual y lo colectivo es necesario para mantener lo que hasta ahora tenemos.
En cualquier caso, soy de la opinión de que solo con esperanza y con implicación personal podremos conseguir que el mundo que se avecina sea mas justo, mas igualitario.
Como dijo aquel presidente americano: no pienses qué puede hacer tu país por ti. Piensa qué puedes hacer tú por tu país.
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