Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Quizás
Un dicho africano dice, que para “conocer la verdad del león, es preciso vencer al cazador”. Sabíamos que las historias las escriben los ganadores, y ahora también, que para serlo es imprescindible adueñarse del relato. De ahí que las batallas dialécticas se esfuerzan más en contentar a las aficiones, que en mejorar argumentos y lograr acuerdos que resuelvan los conflictos. Lo de la “Amnistía” o lo de la “Financiación peculiar para Cataluña” son un ejemplo de ello.
Desde los sectores críticos con la gestión de Sánchez, se ha labrado un discurso que explica estas iniciativas como cesiones de soberanía nacionalcon el objetivo de mantenerse en la Moncloa. En la otra orilla, los dirigentes socialistas alineados con Sánchez hablan de un triunfo de la política y el resultado de negociaciones que ponen fin a los conflictos mediante el diálogo. ¿Cuál de las dos lecturas es la acertada? Tendrán que pasar los años y los historiadores comprobarán si España se ha roto como vaticinan unos; o si un Estado plurinacional de corte prácticamente federal y con desigualdades evidentes en su estructura, ha mejorado su cohesión y la vida de sus ciudadanos. Porque hay hechos innegables. Felipe González o Aznar, unidos ahora en sus críticas a Sánchez, llegaron a acuerdos con los nacionalistas que supusieron cesiones importantes a Cataluña y Euskadi en cuanto a su autogobierno, a cambio de contar con su apoyo para hacerse con el Gobierno central. Pedro Sánchez no está haciendo algo que sus críticos no hicieran en su día con Pujol o el PNV de Arzaluz. Aquellos pactos no terminaron con la reivindicación nacionalista,de tanto hurgar en la herida la ahondan hasta transformarse en crónica.
La autonomía fiscal no convertirá a los independentistas en seguidores de la selección española de fútbol. Negársela tampoco garantiza nada y es evidente que hay una mayoría de catalanes que exigen profundos cambios. La actual estructura que nos une necesita ser revisada; y tanto las forzadas respuestas de Sánchez, como el constante no a todo del PP, solo sirven para calmar el temporal. Pero estamos lejos de acercarnos a una solución seria y permanente basada en el acuerdo. Si hay que abrir el melón, plantearse un nuevo periodo constituyente para una España plurinacional de carácter federal, hágase con planes serios que nos permitan resolver un problema de cuando aún no éramos europeos y podamos comenzar a discutir sobre los retos del presente.
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