Las calles de Granada están repletas de gente que compra, ocupa mesas y sillas de bares y restaurantes, celebran lo que sea y consumen todo lo que se ponga por delante en mercadillos navideños, con vendedores ambulantes o en tiendas con ropa y artículos de regalo diversos.

Mi sensación es la de estar contemplando un exceso que aparenta no tener límite por ningún sitio, ya que la situación de ver todo repleto la estamos contemplando desde hace algunos años y de manera especial tras la pandemia por la COVID-19.

Granada es, además, una ciudad con enorme atractivo para el turismo y eso hace que las calles estén repletas de turistas junto a los propios habitantes de la ciudad y los municipios del cinturón. La oferta más visible es la de la hostelería que poco a poco y milímetro a milímetro, ocupa cada vez más espacio de la vía pública y hace difícil caminar por las calles.

Ocio, turismo y consumo son tres elementos que caracterizan bien un tiempo en el que todo el mundo parece creer en esa frase conocida de “A vivir que son dos días”; algo que parece transversal pero que es más aparente entre las personas mayores que seguramente (por estar en las últimas etapas), saben que eso de los dos días es una certeza que les puede condicionar.

La situación se está volviendo incómoda e incluso insoportable y, lo llamativo, es que todo esto es algo que yo percibo en todas las ciudades que conozco y he visitado este año que ahora acaba: así, Madrid, Sevilla, Córdoba, Málaga, Valencia o Barcelona me han ofrecido estampas similares a las de Granada.

Es algo que sucede prácticamente en todas las épocas del año y no solamente en las fechas navideñas. Parece generalizada la idea de que disfrutar la vida solo es posible si nos ponemos a consumir, gastar o viajar todos a los mismos sitios.

Es por eso que esta situación de ‘todo repleto’ empieza a influir en valorar el hogar como uno de los mejores refugios y espacios en los que poder disfrutar de una buena lectura, una buena música, una buena película y una buena conversación familiar acompañada de algo rico para comer. Quizá, nos tendremos que volver más caseros.

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