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El mes pasado el filósofo Santiago Alba Rico en un artículo en CTXT definía tres instancias vitales: el mundo, la realidad y la verdad. El mundo como el lugar donde tenemos el cuerpo; la realidad, lo que ve la mayor parte de la gente, y la verdad, lo que nos iguala a todos. Resumiendo: el mundo son los árboles, la realidad es internet, el amor y la muerte son la verdad. Pero en los tiempos actuales la realidad es cada vez más irreal.
Para los jóvenes, grandes consumidores de realities televisivos en donde se fomenta el conflicto y la humillación, la irrealidad es más real que la vida misma. Esa deformación se vive en la política, que también promueve emociones irreales en la sociedad. El escaparatismo político es ficción, pero las redes lo convierten en realidad virtual. En la despedida de la actriz Verónica Forqué, la jurado del terceto de MasterChef Celebrity ha pedido "un respeto". No se sabe bien si para la difunta, para ella misma o para el simpático espacio de cocina que degenerando, degenerando, se convirtió en otra cosa.
Los programas de telerrealidad basan su éxito en el drama, el morbo, para conseguir audiencia. Resulta relevante que no se haya producido la tragedia cuando se grabó la serie en primavera, sino cuando se ha emitido en noviembre sin suprimir incidentes degradantes, desencadenando el linchamiento en las redes. En el Consejo de Administración de RTVE han lamentado que no se tuviese en cuenta la salud mental de la actriz. Y la presidenta de la Asociación de Informadores de Cine ha criticado que la imagen alegre y divertida de Forqué se haya empañado por su participación en este espacio de TVE donde "han explotado la fragilidad humana".
El asunto concierne a quienes producen el programa, a la cadena que lo emite, a quienes lo ven y a los autores de burlas y mofas. El día en el que Forqué explicó que "no podía más" y otro concursante decía que el formato era "una trituradora humana", hubo récord de audiencia. La irrealidad hace que una multitud de anónimos acosadores en las redes mandaran al manicomio a Forqué. Desde que el publicista Risto Mejide se hizo famoso maltratando a participantes de concursos de televisión ha habido una espiral del modelo en casas, islas o fogones.
Esta desdicha ha ocurrido con una actriz muy querida por el público. Una cómica que era más feliz en los escenarios que en su vida interior, y que de pequeña quería ser enfermera y sevillana, para ayudar a la gente y darles felicidad. Ella miraba al mundo o a la verdad y fue víctima de la irrealidad.
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