Érase una vez
Agustín Martínez
Presupuestos?‘destroyer’ para Granada
La tribuna
ACABAMOS de cumplir el 15 aniversario de la creación del Parque Nacional de Sierra Nevada. La publicación de la Ley 3/1999 era el final de un largo proceso de debate que arrancó con la Proposición de Ley aprobada por unanimidad de todos los grupos políticos en el Parlamento Andaluz en 1995.
En la tramitación en las Cortes Generales de la Ley también hubo un amplio acuerdo social y político, primero sobre los límites del espacio protegido y, finalmente, también sobre el articulado. Aunque algunos grupos mostraron sus reservas sobre aspectos relativos a la gestión, se abstuvieron en la votación final del texto modificado por el Senado propiciando la aprobación por unanimidad en el Congreso de los Diputados.
Se reconocía con esta Ley "la singularidad y riqueza florística de Sierra Nevada, su variedad de formaciones vegetales, espectacularidad paisajística e interés geomorfológico" que eran considerados un patrimonio natural de indudable valor científico, recreativo y educativo, y por ello su conservación merecía la declaración como interés general de la Nación, y su incorporación a la Red de Parques Nacionales, (la Champions League de los espacios naturales protegidos), a la que incorporaba los ecosistemas de la alta montaña mediterránea.
La declaración del parque nacional era también el final de un dilatado proceso que arrancó en 1986 con la declaración del macizo de Sierra Nevada por la UNESCO como Reserva de la Biosfera y que tuvo su momento decisivo en 1989 con la Ley 2/1989 "por la que se aprueba el Inventario de Espacios Naturales de Andalucía y se establecen medidas adicionales para su gestión", una ley pionera en España en la que se apostaba por el entonces denominado ecodesarrollo, el equilibrio entre la conservación del patrimonio natural y cultural y el desarrollo de los pueblos incluidos en los espacios protegidos. Sierra Nevada era declarada Parque Natural en atención a sus singularidades de flora, fauna, geomorfología y paisaje.
A lo largo de estos años se ha configurado un modelo de gestión integrada y conjunta, por parte de la administración ambiental andaluza, de dos figuras jurídicas de protección diferentes, Parque Nacional, la zona más valiosa y frágil en el núcleo, y Parque Natural, actuando como zona de amortiguación y de transición y rodeando al anterior, mediante la creación del Espacio Natural Sierra Nevada (fórmula que comparte con Doñana), lo que ha permitido realizar una zonificación de usos y actividades con un gradiente de protección que va desde las cumbres hasta las poblaciones, que facilita esa doble función señalada de los espacios naturales protegidos: la protección y conservación de la enorme biodiversidad que atesoran y a la vez posibilitar el uso y disfrute de la población y convertir este patrimonio en un activo para la dinamización socioeconómica de los municipios de su área de influencia.
Lo más importante de toda esta historia de Sierra Nevada como espacio natural protegido es que el proceso se ha hecho con el concierto y acuerdo de las diferentes administraciones implicadas, (estatal, autonómica y local), y de los agentes sociales integrados en los órganos de consulta y participación, que siempre han aprobado por unanimidad (o al menos con una amplísima mayoría) los diferentes planes de actividades y memorias de actuación. Este equilibrio, difícil y complejo en un territorio complejo que, no lo olvidemos, integra a 60 municipios de diferentes comarcas de las provincias de Granada y Almería y afecta directamente a más de 100.000 personas de esos pueblos, se ha forjado con una continua interlocución y diálogo entre los diferentes actores implicados buscando siempre el mínimo común múltiplo y con soluciones pactadas con gran responsabilidad y lealtad.
Quiero destacar este compromiso y actitud de colaboración de todos los componentes de las Juntas Rectoras, Patronatos y Consejos de Participación a lo largo de todos estos años. Además de a sus sucesivos presidentes, un papel principal en este consenso renovado periódicamente, les corresponde a los alcaldes y alcaldesas, directos intermediarios con la población local y también, y es digno resaltar su protagonismo, a las asociaciones de conservación de la Naturaleza y a los científicos; unos y otros han aportado sus mejores conocimientos y sensibilidad para encontrar respuestas a las diferentes "papeletas" (muchas y difíciles en este dilatado periodo) con las que se han ido encontrando.
En estos años hemos pasado de presumir de tener la carretera más alta a ser el parque nacional más grande buscando el equilibrio, por ejemplo, entre los que quieren volver a abrirla y los que quieren restringir el paso a vehículos de manera absoluta. Equilibrio también entre los que quieren desmantelar la estación de esquí y los que plantean de manera recurrente su ampliación a sabiendas de su inviabilidad legal, económica y ambiental. Equilibrio, siempre difícil, entre el desarrollo, por supuesto sostenible, y la conservación, que nos ha llevado a poder exhibir hoy, orgullosa y simultáneamente, tanto que somos un "Paraíso de Biodiversidad" como "una Montaña de Oportunidades".
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