En tránsito
Eduardo Jordá
Linternas de calabaza
Las dos orillas
Sumar se ha convertido en Restar. El proyecto liderado por Yolanda Díaz va camino del cementerio. Y no sólo por el liderazgo devaluado de Yolanda, que ha demostrado con creces que era un bluf. Esta semana el CIS de Tezanos los ha dejado en ridículo. Y, para colmo, ha estallado el caso del presunto acoso sexual de Íñigo Errejón. El episodio con la actriz que le ha denunciado ocurrió hace tres años, y sorprende que haya permanecido tapado tanto tiempo, y que ahora aparezcan víctimas hasta debajo de las piedras. Casualmente, salió a la luz el día después de que Errejón pactó con el PP para dos votaciones en el Congreso de los Diputados.
De este modo sigue la Operación Restar, que consiste en desinflar por completo a esta coalición, confluencia, pandilla de amigas, o lo que sea, que recogió el testigo de Izquierda Unida. Es decir, el espacio a la izquierda del PSOE, en pugna con los restos del naufragio de Podemos. En ese proceso, la izquierda de la izquierda (a la que nunca se denomina extrema izquierda) se ha quedado sin políticos masculinos de mediano perfil. En Podemos, desapareció Juan Carlos Monedero, sin dejar señas. Después el líder que subió a los cielos de la Moncloa descendió a los infiernos. Ya no se recuerda que Pablo Iglesias tuvo un episodio de machismo verbal con Mariló Montero.
Y de repente, Iñigo Errejón ha sido sometido a las pedradas públicas, como ejemplo del machista asqueroso. Yo no lo voy a defender, es un impresentable, pero pulula por aquí un trasfondo de Cosa Nostra, donde se intuye la mano negra del Padrino. Puede que Iñigo Errejón sea una versión lujuriosa del Don Juan Tenorio marxista. Sin embargo, resulta curioso que lo tapen y, de pronto, se difundan sus correrías. También es rarito que se filtre de inmediato la declaración policial de la denunciante, con pelos y señales. Son detalles morbosos, como si fuera un relato del marqués de Sade. ¿Eso no afecta a la intimidad de la víctima?
Con el affaire de Iñigo Errejón, cae el portavoz de Sumar, el último machito de relieve que le quedaba a la izquierda de la izquierda. Con razón no le hicieron ministro, dicen algunos y algunas. Era un renegado cochino, opinan otros y otras. Ahí tenéis indignadas a Ione Belarra e Irene Montero, que forman parte del sepelio. Son días de réquiem, como corresponde a la cercanía de Halloween y el día de los Fieles Difuntos. Orad, hermanos, para que la izquierda desunida vuelva al redil; pero no olvidéis que el poder del Maligno os acecha.
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