La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
La colmena
En tiempos de mudanza, los experimentos con gaseosa. Lo bueno del refranero es que lo podemos combinar a conveniencia sin que se diluya el sentido último de la sabiduría popular. Si nos ponemos rigurosos, no son pocos los dichos que se han ido deformando con el tiempo, los que adaptamos y metamorfoseamos a las circunstancias más inverosímiles y los que se atribuyen a intelectuales y personalidades que nunca los dijeron.
Es el caso del fundador de los jesuitas. Se supone que Ignacio de Loyola aconsejaba a los nuevos miembros de la compañía "no hacer mudanzas en tiempos de tribulación", pero hay todo un corpus teórico analizando qué sentenció exactamente (¿tribulación, turbación, consolación?) y a qué se refería…
Su recomendación, sin entrar en el pantanoso campo de la hermenéutica, debería estar grabada en el frontispicio de los grandes centros del poder, desde Moncloa y San Telmo hasta el último de los ayuntamientos, para recordar a "quienes vienen y van" en esto de la política -a quienes irrumpen como elefante en cacharrería en las instituciones queriendo dejar bien pronto (y bien clara) su impronta- lo que una inmensa Carmen Maura le recuerda a Clara Lago en la deliciosa comedia romántica con que Patricia Font ha adaptado la popular novela de Laura Norton: al final son muy pocos los que se quedan, los que de verdad merecen la pena.
El delegado de Educación en Granada no ha durado ni un año y, realmente, había dado motivos para ser cesado casi desde el nombramiento. En el amplio historial de arrepentimientos y salidas forzosas que se ha dado en la Junta en este primer año de Gobierno del Cambio, su caso es una gota más tal vez insignificante -y con una recurrente excusa de "motivos personales" que ya nadie cree- pero que tiene una connotación propia. Y es que se trata de una destitución que se ha ganado a pulso y que se deriva de la gestión de Ciudadanos al frente de Educación: no de malentendidos de principiantes que descubren que lo público no es tan rentable, ni de desgastes anticipados para aspirantes a políticos sin compromiso alguno con el partido, ni de errores flagrantes a la hora de formar los equipos.
Todo lo que se podía hacer mal se ha hecho y se ha explicado peor; aludiendo a informes técnicos contradictorios ( no "todos" dictaminaban lo que defendía Antonio Jesús Castillo) y obligando al propio consejero Imbroda a desautorizar y a rectificar. Hay un titular claro, que la Junta tenía sobre el papel la eliminación del primer ciclo de Secundaria de 52 colegios rurales de Granada, pero no un cuándo y menos un porqué. Basta recurrir a la hemeroteca. Primero se ha hablado de una especie de "proyecto piloto" que se iba a aplicar el próximo curso pero luego, cuando las familias y media comunidad educativa se han puesto en pie de guerra, se ha matizado que "ya se vería" su puesta en marcha. En paralelo, lo mismo se esgrimían desde Educación razones tan de peso como el grave problema de despoblación que sufre la provincia -la Granada vaciada- y las consecuencias de la caída de la natalidad -una realidad que está golpeando a toda España- que se criticaba la supuesta mala formación de los alumnos procedentes de estos centros educativos rurales (CPR). ¿Es entonces una cuestión de falta de alumnos, de falta de recursos o de modelo?
La crisis de los colegios se ha desarrollado, además, en paralelo a la indignación y movilización promovida en Granada para evitar que el Parque de las Ciencias acabe engullido (y muerto) por el proyecto del Gobierno de PP-Cs de acabar con los "chiringuitos" que ven por toda la región como un legado de minas de la Andalucía socialista a aniquilar. Todos los consorcios parecen estar en una hoja de Excel que se identifica con clientelismo, enchufismo y falta de control; poco importa si hablamos de uno de los museos científicos más prestigiosos de Europa capaz de convertirse en un referente de gestión o de una entidad ficticia sin sentido ni actividad -que también las hay-. Y sólo faltaba en esta fijación de la Junta con Granada -¿tan difícil es repartir un poco los 'experimentos' por otras provincias?- la crisis de esta semana con la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP). Ya se han recogido más de 6.000 firmas para evitar la "extinción y disolución" de una de las instituciones más singulares y de proyección internacional dentro del campo de la salud pública.
El propio consejero Jesús Aguirre aseguró el miércoles en un foro de Grupo Joly que no había razones para las protestas -y el temor- de Granada porque la voluntad de la Junta era garantizar su actividad, mejorarla incluso, dentro del proyecto de fusión con la Fundación Progreso para la conformación de un Instituto Andaluz de Salud.
Señores inquilinos de la Junta... Después de un año, eliminemos ya lo de "nuevo" como hemos terminado haciéndo para los nuevos partidos que nada han demostrado tener de nuevos y empecemos a poner adjetivos al "Gobierno del cambio" más allá del color de los sillones y el logo de las consejerías. Cambiar qué, para qué y hacia dónde. ¿Para mejor o para peor?
Si los colegios rurales son un problema, debatamos. Con informes serios, con diálogo con todos los afectados y con salidas negociadas. No es ninguna singularidad de Granada, estamos ante desafíos de la nueva sociedad global que requieren una gestión valiente, innovadora y sólida.
En el caso del Parque de las Ciencias, a finales de mes tienen la oportunidad de rectificar en la reunión ya convocada del Consejo Rector: sáquenlo del café para todos y pongan los cimientos para transformar el consorcio en una fundación pública. ¿Que es complejo? ¿Que requiere tiempo? Trabajen con agilidad, busquen la fórmula, nadie dijo que gobernar fuera fácil…
Para la EASP les voy a sugerir que exploren una opción mucho más valiente: apuesten por Granada, creen el Instituto Andaluz de Salud si realmente hay motivos para asegurar que se va a funcionar mejor, con más recursos y más oportunidades, pero sitúen la sede, los trabajadores y toda la actividad en Granada -no en Sevilla- sobre los pilares de esa EASP que lleva 35 años ganándose el respeto del sector. Que el TSJA y el Consejo Consultivo no son ningún capricho de nuestra autonomía, el reparto territorial es estratégico y responder a las sensibilidades es tan importante o más que los fríos datos que emborronan los informes.
Son muchas las circunstancias que confluyeron hace un año para que el PSOE de Susana Díaz perdiera el poder en Andalucía pero hay un sitio y un momento clave en que empezó todo: en Granada, con la crisis de la sanidad. ¡Ojo con Granada!
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