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Uno a dos premiados con el Princesa de Asturias, Serrat y Ana Blandiana, en una reflexión sobre la cultura. Serrat hizo por el conocimiento de la poesía de Antonio Machado y Miguel Hernández lo que en las aulas casi nunca se lograba. Si difícil es la enseñanza y la divulgación de la gran literatura haciéndola atractiva sin traicionar el rigor, más lo es la de la siempre minoritaria poesía. En plena dictadura Dedicado a Antonio Machado, poeta en 1969 y Miguel Hernández en 1972, este con una portada provocativa diseñada por Enric Satue –Hernández arengando a los soldados republicanos– fueron decisivos para la divulgación de los dos poetas. Es significativo que Serrat los grabara tras la edición de dos de sus mayores éxitos, como si buscara el amparo del éxito popular para sus discos más arriesgados. El de Machado lo grabó tras La paloma, su primer álbum en castellano, número uno en ventas y su consagración en España y Latinoamérica. El de Hernández lo grabó tras Mediterráneo, su mayor éxito. Los dos vendieron miles de ejemplares divulgando con calidad y respeto las obras de los dos poetas, especialmente la de Hernández, menos conocida por el gran público.
La escritora rumana ha dicho: “Observo que hoy la cultura se asume como una forma de entretenimiento, y esa es una manera tóxica de educar al público. Si la cultura se queda en divertimento sería el fin de la cultura verdadera, si baja el nivel intelectual del público, este se convierte en manipulable”. De acuerdo con ella, pero matizando que el entretenimiento y el divertimento pueden tener, han tenido y tienen niveles de calidad y creatividad que, sin dejar de ser inmensamente populares, pueden alcanzar las cumbres de Dickens o Chaplin, por citar dos genios modernos que trabajaron para las grandes audiencias en el seno de poderosas industrias culturales con todas las constricciones que imponen.
Todo depende, como dice Blandiana, del nivel intelectual del público y por lo tanto de la educación y la divulgación. En esto está la clave. Si el nivel educativo medio es alto y los poderosos medios de masas se ponen al servicio de la divulgación –como hizo Serrat con Machado y Hernández– la calidad de la demanda aumentará, y el entretenimiento y el divertimento no estarán necesariamente reñidos con calidad y creatividad, ya sea en sus manifestaciones más altas y exigentes o más asequibles y amables.
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