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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Granada vivió la pasada semana unos días para la historia. El acelerador de partículas del proyecto internacional de fusión nuclear IFMIF-Dones no sólo ha echado a andar sino que las administraciones han comprometido casi 200 millones de euros para los primeros cuatro años de vida. Concretamente ya tenemos garantizados 183 millones, sin contar las futuras aportaciones de los países que se sumen al proyecto.
El consejero de Universidad, Investigación e Innovación intervino en la rueda de prensa de clausura de la cumbre internacional del Carmen de los Mártires y, como hablaba antes que la ministra, pudo presumir de apoyo arrimando el ascua, con fundamento, a su sardina y ratificó que por cada euro que pusiese el Gobierno pondría otro la Junta de Andalucía.
Lo que desconocía el consejero, por lo que dijeron después algunos de sus acompañantes, es que la ministra de Ciencia iba a anunciar partidas concretas: 93 millones de euros ya reservados por el Gobierno de España para este fin en cuestión.
José Carlos Gómez Villamandos tuvo que ratificar después ante los periodistas que, efectivamente, la Junta ponía otros tantos, pero la cara de los representantes andaluces -y sus asesores- en el acto era un poema.
Si el acelerador de partículas es una realidad en Granada que nos dará muchas alegrías -confío- es porque todos hemos trabajado al unísono por el asunto sin fisuras durante años. Y porque los gobiernos andaluz y nacional han apostado igualmente por el proyecto al mismo son.
El asuntillo de los 93 millones no creo que traiga cola porque en realidad ninguno enseñó sus cartas al otro… pero si deja entrever que aquí, en este asunto; aquí, en política: y aquí, en este tiempo, nadie se fía de nadie. Nadie conoce a nadie a la hora de confiar sus planes e intenciones. No confiamos en nadie. Porque cuando confiamos siempre terminan colándotela. Pero no los políticos por ser políticos… sino en cualquier ámbito social.
Por eso, cualquiera tiene miedo hasta de ayudar a alguien u ofrecerse para cualquier asunto. Da la impresión de que nadie hace nada mirando por el bien común y, por tanto, nadie es capaz de apreciar un buen gesto sin interpretar una segunda intención.
Me gustaría confiar en que nuestros representantes institucionales sean leales unos con otros y sean capaces de presentar más proyectos para los que no se pueda decir 'no'. Necesitamos poder confiar unos en los otros para construir una sociedad más sana. Necesitamos representantes también claros, honestos, colaborativos. Pero se acercan las elecciones y no nos dan muestras de que no haya segundas intenciones ni en lo que previamente están de acuerdo.
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