La Rayuela
Lola Quero
Otra Andalucía
Esta Navidad llegó cargada de la ‘creativa’ publicidad que invitaba a celebrar la ‘Tardebuena’ que antecede a la Nochebuena tradicional en gran parte de los muros de los bares que ya saturan la zona central de Granada en torno al Ayuntamiento.
De este modo, frente al tradicional desierto en las calles, este año se podía ver un reguero de pequeños grupos más que bien vestidos a eso de las cuatro de la tarde subir la Carrera de la Virgen en busca del bullicio vespertino.
Para que los fuera de onda se pongan al día, ‘la zona’ de copas de siempre, la calle Pedro Antonio, murió de éxito hace años y ahora vive un renacer de masa juvenil mientras que los más veteranos y selectivos pero aún en activo copan el aforo de los bares del eje calle Ganivet con San Matías donde se pueden contar hasta veintisiete locales que sirven copas de noche. Nada menos. Si le sumas la calle Navas de la tapa turística, el cerco al Ayuntamiento se cierra sin remedio.
El desahogo alcohólico tan necesario para la productividad de la masa trabajadora siempre fue favorecido por los políticos de todo signo. Pero va a más. Como se ve, la ilusión de libertad del “yo me divierto con, dónde y como me da la gana” en Granada se reduce a tres o cuatro calles tan céntricas como promocionadas.
El hábitat de esta zona otrora residencial y de nivel se transforma mientras los vecinos cuelgan pancartas de hartazgo de insalubridad y ruidos. Un ‘chino’ (de los de verdad) y otro de ficción (realmente es la entrada oculta de otro pub de moda) surte de todo al gentío, mientras que el personal de arrastre habitual de la juerga, es decir, relaciones públicas, ‘matones’ de discoteca, vendedores de flores, chicas de barra, los menos visibles camellos y hasta puede que algún municipal de asueto pululan entre el gentío que vocea, vomita o se pelea en estos dos kilómetros de trazado urbano donde da ya como para pillarse cogorzas varios días seguidos sin repetir sitio.
Se ve que el modelo de ciudad de nuestros dirigentes es más o menos este. Al menos es lo que toleran. Da igual la queja de los vecinos y no digamos de los medios. El centro se muere y al menos que sirva para dar fiesta y posada al turista parece ser la consigna dictada para una zona en tiempos conocida como ‘La manigua’ que ya aspira a ser conocida como ‘El abrevadero’ donde aliviar igual que antaño el desencanto de estos tiempos de desorientación y hastío.
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