La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
Que se joda Elon Musk!, el cofundador y director general de Tesla, la empresa fabricante de coches eléctricos, pero en mi barrio circulan más andadores ortopédicos que automóviles a pilas. Esta mujer que se acaba de montar ahora mismo en el autobús, sube con dificultad su andador ortopédico, se detiene ante el lector de tarjetas, busca la suya, no la encuentra, le dice al conductor que va a sentarse para buscarla en el bolso, pasan tres paradas y el conductor le advierte que no le está permitido llevar viajeros sin billete y que lo está poniendo en un compromiso. Por fin, la señora la encuentra y una buena samaritana, para que no tenga que levantarse, la acerca al lector. A voces, la mujer del andador, cuenta su odisea médica: que lleva levantada desde las siete, que se ha pasado toda la mañana en el hospital, haciéndose pruebas, que ya le han dado tres infartos, que su marido está peor que ella, que vaya vida ajetreada que lleva, que su vida es un ‘laborinto’ y que tiene tantas ocupaciones y tanto trabajo, a su edad y con sus enfermedades, “que no tengo tiempo ni para aburrirme ni para morirme”, grita. Pide al conductor que le pare en la Caleta, la buena samaritana la ayuda con el carrito y la vemos alejarse a la velocidad que le permite su vehículo, no electrificado. Pensaba yo que la única manera de no morirse nunca era pecando mortalmente y no arrepintiéndose jamás de los pecados cometidos, confiando en lo que Jesús prometió a santa Margarita María Alacoque: que los que confesásemos y comulgásemos nueve primeros viernes seguidos no moriríamos en pecado mortal. La mujer del carrito me abrió otro camino a la inmortalidad, sin criogenización ni trasvase, por mor de la IA, de la información de mi cerebro, de mi software, a un robot indestructible de titanio: el secreto está en no dejar de trabajar. A esta mujer y a los que conducen andadores no electrificados les ha alargado la vida la Sanidad Pública. El día de San Lucas, patrón de Medicina, más de 300 estudiantes de esta carrera se concentraron en la Plaza de la Universidad para celebrarlo con una performance inspirada en el Señor de los anillos. Daba gusto verlos, émulos de los goliardos medievales, pero bien comidos y bien vestidos. ¡Tan felices! Ojalá la claudicante Seguridad Social y Juanma Moreno no los condenen al paro eterno.
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