La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
Aveces Granada se adelanta en algo aparte de en las listas del paro, las despedidas de soltero o las convocatorias a macrobotellones. El equipo municipal, con Marifrán ya del todo regidora plena, ha decretado condiciones muy restrictivas para los pisos turísticos, esa lacra del centro histórico que ha dejado desiertas de vecinos las calles y en cierre masivo las tiendas. Hacía falta determinación y premura y, a la espera del desarrollo normativo en septiembre, ya se ha comenzado a meter en vereda un mercado de Alí Babá movido más por la urgente codicia que por el muy legítimo afán de ahorro en bienes raíces.
Valiente decisión municipal que no ha gustado, obviamente, al sin número de ciudadanos metidos a pseudo-posaderos, legión de pequeños propietarios que a la larga son los que votan a la derecha. De ahí que ponerle coto a este desmán que está tematizando el casco histórico, desalmándolo, puede que lo paguen en votos.
Pero una alcaldesa lo es de todos sus conciudadanos y no sólo de los que la han votado o la votarán. De hecho, este mal de tener un hotelito de tapadillo entre los vecinos de siempre, ya no distinguía en causar molestias a progres o conservadores, igual que ocurría con los tenedores sin ideologías alguna de este filón al trescientos por cien de rentabilidad anual y encima masivamente sin declarar para ahorrar en impuestos e inspecciones.
La falta de regulación y vigilancia administrativa es la que nos ha llevado hasta esta jungla del piso céntrico con alquiler de weekend-puentes-vacaciones con beneficios destinados al pago de intereses de la hipoteca del banco o al bolsillo del rentista o el funcionario, esos dos cuerpos sociales abrumadores de la sociología económica de una ciudad con nula iniciativa más allá de mirar el saldo de la cuenta.
Esta medida quirúrgica, eficaz y a tiempo del consistorio, sin eludir responsabilidades escondiéndose detrás de la Junta sino, muy al contrario, adelantándose a ella, es tan necesaria como tal vez la única vía de salvación de un sector, el turismo, sin el que Granada muere como ya se vio con la pandemia.
Si además se inspecciona calle por calle para detectar decenas de pisos pirata; si se diversifican y amplían las zonas de interés para las visitas; o, por ejemplo, si se premia el producto local frente a la anónima franquicia en el comercio puede que el turismo de calidad tan necesario no se nos espante en busca de destinos menos perezosos para solucionar asuntos que, bien visto, tampoco costaba tanto.
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