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La caída de Errejón como portavoz y diputado de Sumar a causa de los testimonios relativos a su comportamiento machista y por la denuncia por agresión sexual, se ha sentido como una bomba tanto a nivel general, como en el ámbito del electorado de la izquierda.
La profunda decepción que este caso ha generado tiene que ver con varios asuntos; por una parte, hay que señalar que se trataba de uno de los principales dirigentes de la izquierda española cuyo programa y cuya trayectoria se caracterizaban por la defensa de la igualdad, el feminismo o la lucha contra el machismo y la violencia machista.
Traicionar estos principios es de una gravedad extrema, más aún porque hay que entender que a las personas que asumen la dirección política de la izquierda se les exige más que al resto al comprometerse a defender principios y valores que se proponen para el conjunto de la sociedad.
Por eso, los dirigentes de la izquierda tienen una especial responsabilidad de defender y no traicionar los valores por los que se les ha votado. Errejón no ha sabido estar a la altura y la decepción es tan tremenda que puede tener enormes consecuencias políticas.
Por otra parte, este caso está suponiendo un daño de difícil reparación en la credibilidad de las instituciones en un momento en el que la política y las personas que se dedican a la política están afectadas por el descrédito y la desconfianza. Así, la gestión del caso por parte de Sumar y Más Madrid, ha dejado mucho que desear y está generando serias dudas sobre la capacidad de dichas fuerzas políticas y de sus dirigentes para impulsar los valores que dicen defender.
Las consecuencias de este caso pueden derivar en el hundimiento electoral de dichas fuerzas políticas y dejar en orfandad a los votantes de izquierda de nuestro país, con el impacto que podría suponer para la sostenibilidad futura de un Gobierno progresista en España.
La decepción que el caso que ha protagonizado y protagoniza Errejón es de unas dimensiones casi incalculables, porque atenta a cuestiones básicas de lo que había supuesto su figura política y, también, a las fuerzas políticas en las que militaba. Las próximas semanas pueden ser más demoledoras aún. Y es que los valores tienen mucho valor.
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