Cuatro vientos

Para ese cercano disfrute les recomiendo un pequeño bar que platónicamente tiene el cuatro en su nombre

14 de enero 2024 - 00:15

Cuando se tiene el privilegio de poder opinar en libertad desde un medio de comunicación y poner en negro sobre blanco las visiones limitadas que uno tiene del mundo y de los acontecimientos que se van sucediendo, es bueno hacer un pequeño alto y tomar conciencia, aún más, de ese privilegio que me ofrecen las cuatrocientas palabras que les hago llegar cada quincena.

Quienes hacen el favor de emplear su tiempo en leer este Cajón de Sastre saben de mi gusto por la visión platónica del mundo, esa que dijo el de anchas espaldas, o sea la única realidad que existe, es decir los números. Son ya 246 columnas con una denominación dedicada a un oficio en que lo de medir era lo primero y esencial, y tomar los números de cada medida en aquellas planillas amarillas que me retraen a la infancia, eran la primera etapa de un trabajo cuidado y necesitado de mucho oficio y esfuerzo.

En estos tiempos en que todo parece girar en torno a números, ya saben que si cinco diputados por allí, que si siete por allá, que si se abstienen aquellos otros y que si los números dan para la mayoría o no, tantas horas perdidas en discutir o si negociamos hasta el último segundo de un reloj que solo marca la prepotencia de unos y la felonía, la cobardía y el egoísmo de otros, tanto número vacío sobre el que yo mismo he reflexionado en estas líneas. ¿Vale la pena tanta preocupación?

Como dirían los estoicos quizás debiéramos preocuparnos de aquello que está en nuestros más cercanos cálculos y dejar en olvido todo el ruido que nos ensordece. Hoy, me tomo esa libertad, en el inicio de ese año bisiesto que nos dicen que con medio planeta pendiente de votar en sus doce meses, es crucial. ¿Y no han sido lo que hemos votado lo que nos ha llevado hasta la situación actual?

Disfrutemos de esas horas que pasamos con quienes nos quieren o nos aprecian, agradezcamos el saludo amable del que nos vende el Granada Hoy cada mañana ya por veinte años, gocemos de una buena cerveza y un buen vino con una buena tapa, privilegio de ciudad en la que vivimos. Y para ese cercano disfrute les recomiendo un pequeño bar, hace poco abierto que, por su calidad me encanta, platónicamente tiene el cuatro en su nombre. Dejen que los vientos dirijan sus pasos hasta allí y disfrútenlo. Esas cosas valen la pena. Vale.

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