Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Debería el presidente yanqui Biden, o el que sea elegido al lado norte del río Grande (para los yanquis), al sur lo llaman Río Bravo, pedir perdón a la presidenta de México por haberse apropiado de más de la mitad del territorio de México? Entre 1845 y 1846 México y los Estados Unidos de América estuvieron en guerra y al final con la derrota de los primeros, terminaron cediendo un inmenso territorio de algo más de 2 millones de kilómetros cuadrados (cuatro veces la superficie de España), en lo que posteriormente se convertirían en los estados de California, Nevada, Utah, Arizona, New Mexico y parte de Colorado, Kansas y por supuesto Texas. El conflicto se inició en 1835 con la guerra de independencia de Texas, al intentar este territorio mejicano constituirse como un país independiente. Tras muchas azarosas batallas y vaivenes, México perdió la mitad de su territorio y Texas quedó integrada en los Estados Unidos de América. Incluso en 1853, los mejicanos vendieron casi 77.000 kilómetros cuadrados (la superficie de Andalucía es de unos 87.000) para terminar de cerrar el conflicto y permitir los negocios de las compañías ferroviarias yanquis. Y todo ello firmado por el presidente mexicano Santa Anna. Todo ocurrió tan solo hace unos 180 años, resulta frágil la memoria y por entonces a los malvados españoles y sus reyes les habían dado una patada casi cuarenta años atrás. ¿También hay que pedir perdón por ello?
Que la iglesia de Roma o de Bizancio pidiera disculpas por bautizar y obligar a los habitantes originales de México a profesar la religión del dios llevado por Hernán Cortés y adláteres me parece perfecto, en particular porque por entonces no eran mejicanos tal como los podemos entender ahora. Yo creo que serían miembros de las diferentes etnias, razas o tribus, llámenlo como quieran. Quizás todos aquellos preferían un único dios que prometía una vida mejor y no ser sacrificados en los rituales que los aztecas realizaban sobre las diferentes tribus que sometían. Parece que faltaban fuentes de proteínas y lo de comer carne humana no era muy mal visto por aquellos pagos. ¿Debemos pedir perdón por haber llevado vacas, caballos, cerdos y otros animales sintientes para sustituir la fuente proteica? ¿También tendremos que pedir perdón a los animales por sacrificarlos? ¿Y también por darles un idioma que comparte, Río Bravo para abajo, con todo un continente? ¿Sería mejor que hubiera cientos de idiomas y lo tradujeran en el parlamento mejicano, con coste cargado al Reino de España por genocidio lingüístico? Ah, y sigamos aplaudiendo con fuerza todas las películas yanquis que nos han contado versiones falsas de todo aquello. Qué pena que California no sea mexicana, así Almodóvar no tendría que hacer películas en inglés, vaya carajo. Vale.
También te puede interesar
Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
La esquina
José Aguilar
Un fiscal bajo sospecha
El almiquí
Manuel Menduiña
Mi mar Mediterráneo
Las dos orillas
José Joaquín León
Mensajes de Navidad