Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Ayer se publicaba en el Boletín Oficial del Estado la tan controvertida Ley de Amnistía, un texto disparate, desatinado, temerario y jurídicamente extravagante –a decir de muchos sabios juristas y militantes demócratas contrastados– elaborado no para el ejercicio de la magnanimidad, respecto de quien se arrepiente del delito cometido, sino para complacencia de los delincuentes que, además, advierten de que, en cuanto tengan de nuevo poder y ocasión, volverán a delinquir de igual o superior modo. Además de esto, esta amnistía; que a las luces del más lerdo contraviene frontalmente el estado constitucional de derecho y la libertad igualitaria por la que tanto y durante tanto tiempo lucharon los españoles; se promulga cuando ya es casi inservible para mantener un (des)Gobierno puzle que –tras las elecciones al Parlamento Europeo– representa sólo trozos minoritarios y menguantes de la voluntad democrática de los españoles, para contar con apoyos –que ya no van a serlo– que se pretende sostengan ese edificio gubernamental que, implacablemente, se desmorona, como toda obra artificiosa y en absoluto bien cimentada.
Denis Diderot (1713-1784), como se sabe principal autor filosófico e intelectual de la Encyclopédie y uno de los más destacados intelectuales inspiradores de la Revolución Francesa, escribió en su obra Principes de politique des souverains que “toda dispensa es una infracción de la ley; y todo privilegio es un atentado contra la libertad general” y apostilló esta aseveración, sin ambages cuando, en su otra obra Entretiens avec Catherine, sentenció: “Abolir el delito, es abolir la ley”.
Cerca de la quilla de la nave democrática de nuestro país, esa donde nos viene a situar la voluntad ambiciosa –sin límites ni escrúpulos– del actual presidente del (des)Gobierno, Pedro Sánchez y Pérez-Castejón, que no ha tenido –ni tiene– el menor empacho en retorcer el Código Penal y la propia Constitución Española –que, por cierto, prometió cumplir y hacer cumplir– en el yunque herrumbroso de esta vergonzante Ley de Amnistía que ahora promulga el PSOE para privilegiar a quienes, a la vista de todos –televisado directamente– delinquieron, realizando un pretendido referéndum de autodeterminación con el que intentaron hacer creer al resto de los ciudadanos españoles de fuera y de dentro de la comunidad autónoma de Cataluña que con esa bufonada y pateando las leyes que a todos obligan, estaban legitimados para declarar constituida –¡sin risas, por favor!– la República Catalana.
En este país, rememorando a Félix María Samaniego, fuimos tan listos que pusimos a la zorra –la zorra Sánchez– a guardar el gallinero. ¿O no?
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