Cartas al director
Un caso de favoritismo... pero genético y ambiental
Cartas al director
La envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento. Así definía la envidia el canta-autor Jackson Brown.
Tras leer el artículo publicado en su periódico en el que se aborda la denuncia por supuesto favoritismo a un investigador de la Universidad de Granada, y conociendo bien el caso al que se refiere, me he sentido obligado a escribir esta carta para, en la medida de lo posible, realizar una serie de consideraciones que creo que son de justicia y que, con seguridad, darán a los lectores de su periódico una nueva perspectiva sobre esta noticia. Se trata de una clara denuncia por envidia y por maldad, que juega con elementos complejos de entender para el lector lego en temas universitarios y de investigación, al que la exposición parcial e interesada de los hechos puede llevar a interpretarlos erróneamente.
El artículo se refiere a la denuncia presentada por un profesor de la Facultad de Odontología de Granada contra dos compañeros, catedráticos de esa misma facultad, con los que mantiene un contencioso desde hace años. La base de la denuncia radica en el hecho de haber incluido a su hijo como co-autor firmante en publicaciones científicas especializadas cuando aún era estudiante y no había terminado el Grado en Odontología, lo que implica, a juicio del denunciante, que por su edad y formación no podía justificar una colaboración científica efectiva.
La denuncia, aunque dirigida contra el hijo, en realidad también ataca directamente a sus padres, que probablemente son el verdadero objetivo del denunciante. Lo que el artículo no explica es que se trata de los dos catedráticos con mejor curriculum de la Facultad de Odontología de Granada, que además son líderes mundiales en su campo, ocupando el tercer y cuarto puesto entre los científicos españoles del área de estomatología en los rankings e investigación nacionales.
Estos dos catedráticos lideran uno de los grupos de investigación que más ciencia produce en el mundo. El grupo ha publicado más de 300 artículos científicos en las revistas odontológicas internacionales más importantes. Es el grupo de investigación español del área de estomatología en el que más profesores titulares y catedráticos se han formado, habiendo sido becarios con ellos Profesores Titulares y Catedráticos que hoy día desempeñan puestos docentes e investigadores en facultades de Odontología como la de la Universidad Complutense de Madrid, Zaragoza, Rey Juan Carlos y en la misma Granada.
Por ello, el ambiente en el que sus hijos han vivido desde pequeños y en el que se han educado es ese: estudio intenso, investigación en laboratorio, asistencia a congresos, conferencias... En su casa la ciencia ocupa, desde la niñez de sus hijos, el lugar que en otras casas ocupan los videojuegos, la televisión, Netflix o HBO. Esa es la realidad. En ese ambiente no es nada raro que la vocación investigadora surja en sus hijos con absoluta naturalidad. El hijo denunciado, efectivamente, ya durante el bachillerato comenzó a colaborar en los experimentos que sus padres realizaban en la facultad. El bachillerato lo sacaba sobresaliente, y aún le sobraba tiempo para los experimentos. Y lo mismo ocurrió durante los estudios del grado. Ya en primero de Odontología pasaba horas colaborando en los estudios que sus padres realizaban en el laboratorio , y con tiempo suficiente para obtener magníficas calificaciones en las asignaturas de la carrera.
Lo que el artículo tampoco dice es que el hijo denunciado por haber sido supuestamente favorecido por sus padres tiene unas capacidades intelectuales fuera de lo normal. En efecto, se trata de un caso de favoritismo, pero no del que resulta del nepotismo y la parcialidad, sino del favoritismo genético que la madre naturaleza ha tenido con él, y del favoritismo ambiental en el que sus padres lo han criado. No es el primer caso. Otras parejas de científicos destacados han tenido hijos igualmente destacados, como todos conocemos. En otros ámbitos ocurre algo parecido: hijos de artistas, hijos de comerciantes, hijos de deportistas... En este caso, de dos padres catedráticos y de dos científicos de gran categoría, no es nada raro que haya salido un científico precoz con un intelecto brillantísimo. Que su abuelo materno, también catedrático de la Universidad de Granada, fuera propuesto como candidato al premio Nobel, es otro dato a favor del favoritismo genético en el caso que nos ocupa. Por otra parte, el artículo obvia que obtuvo el número 1 en la convocatoria competitiva para becas pre-doctorales convocada por la Junta de Andalucía. En definitiva, creo que el único pecado del acusado en este artículo es ser hijo de dos grandes científicos y haber colaborado con ellos.
Expuesto lo anterior, el caso se reduce a dos consideraciones: 1ª) ¿Puede un estudiante de bachillerato o de grado colaborar en trabajos de investigación? La evidencia demuestra que, aunque los casos son excepcionales, sí que puede colaborar. 2ª) ¿Deben figurar en la autoría de un artículo científico las personas que han realizado los experimentos, aunque no tengan el grado universitario? Evidentemente sí, si cumplen los criterios internacionales de autoría, que en ningún caso exigen el grado universitario para firmar publicaciones científicas. Lo ético es, pues, que figure en la autoría.
¿A qué se reduce entonces el problema?, como decía al principio, a la envidia. El denunciante ha dirigido su ataque contra una persona joven, brillante, en la que sabe que se dan las circunstancias para que el lector mal informado interprete como favoritismo y nepotismo lo que no es más que talento, genio, trabajo y constancia en el esfuerzo. En realidad está atacando a un núcleo familiar en el que la investigación juega un papel esencial, lo que, al parecer, despierta en él una envidia incontrolable.
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