El prestigio del Poder Judicial

Editorial

05 de septiembre 2024 - 03:08

La elección de la progresista Isabel Perelló al frente del CGPJ y del Tribunal Supremo, tras aglutinar un amplio consenso en el seno del órgano del gobierno de los jueces, pone fin a cinco años de bloqueo que han causado un serio perjuicio a nuestra sociedad y a la imagen de la Justicia. Su nombramiento destaca por ser la primera mujer que ocupa el cargo, a las alturas del siglo en la que nos encontramos, y también porque no ha surgido del pacto entre PP y PSOE, sino que esta vez han sido los propios vocales los que la han aupado al cargo tras intensos debates. Este saludable y necesario ejercicio no ha tenido nada que ver, sin ir más lejos, con la imposición, por parte del Gobierno de Sánchez, del ministro de Transformación Digital y Función Pública, José Luis Escrivá, como nuevo gobernador del Banco de España, una decisión muy criticada por el PP y distintos estamentos financieros.

La nueva etapa que se abre en el Poder Judicial ha de servir como punto de inflexión para que recupere el prestigio que tanto los socialistas como los populares se han empeñado en dañar socavando su imagen al dudar públicamente de la imparcialidad de los jueces en función de si las sentencias favorecían sus intereses o no. Hemos llegado a tal degradación de nuestras instituciones judiciales por culpa de la injerencia política, que la ciudadanía ya da por sabido el resultado de las deliberaciones antes de que los órganos judiciales se reúnan, aunque la realidad suele ser distinta. Y erradicar este sentimiento es el gran desafío que tiene ante sí el nuevo consejo. Progresistas y conservadores también están condenados a entenderse para designar a decenas de cargos vacantes en los tribunales superiores de Justicia, a la vez que hallan la fórmula que garantice la participación directa de los jueces y magistrados en la elección de los doce vocales de procedencia judicial para renovar el CGPJ en el futuro. Lo único que cabe esperar ahora es que los políticos aparten de una vez sus garras de la Justicia y la dejen trabajar sin interferencias.

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