La tribuna
Furia, bulos y la indignación como motor de cambio
Corpus Granada 2024
Granada/Debo confesar que de las suertes del toreo por la que siento una inusitada devoción y sensibilidad, y en la que pongo una atención especial es la de ejecutar la suerte suprema.
La espada (femenino) o el estoque (masculino) es una acción de gran admiración, sobre todo si la mano que la maneja y el corazón que la rige cumplen debidamente su cometido y esta se hunde hasta los gavilanes en la cruz del morrillo para que el toro sin puntilla ruede como un ovillo.
La liturgia de la Fiesta dicta que el éxito de una faena depende de la calidad de la estocada con la que se pone fin a la vida del toro. Solo una correcta ejecución es la que debe acabar de hacer merecedor de las orejas al matador o al novillero, este último, debe entrenar repetidamente ese ejercicio de fuerza y habilidad. Sin olvidar el coraje en la ejecución y la suerte que se combinan en el momento de perfilarse y entrar a matar. La línea delgada entre la vida y la muerte del animal también es la del éxito o el fracaso del matador, cuya integridad también se juega.
Pero la espada que no es venerada, bien usada y no se la respeta, no dará nombre ni pasará a la historia como buen dominador de los aceros, se encorajina y no entra, sacudirá con fuerza el brazo y su mano, rebotará sintiendo en su brazo la bala de su propio cañón con dolor y un calambre que le sube hasta el cuello y la cabeza, o puede asomar delatora por los costillares como tal bajonazo, producir un gripo con reguero de sangre derramada que publicará en el albero la denuncia del fallo. El diestro matador dirá que perdió los trofeos por culpa de la espada. El bruñido acero no tiene la culpa de que su brazo, valor y técnica no se pongan de acuerdo en el momento crucial.
Cuando las mulillas enjaezadas arrastren al negro de la muerte hacia el desolladero, cuando los abigarrados tendidos se vayan quedando desiertos, cuando las sombras del atardecer vayan cayendo sobre el dorado albero, allí quedará solo el matador. Más solo que casi nunca, se irá despidiendo de los compañeros acartelados y sus cuadrillas, con la negra montera en su mano izquierda y el capote plegado.
No saldrá más por el portón de los sustos ningún toro de oscuridad y misterio. Ha podido ser silenciado su paso por nuestra Feria Taurina 2024, silbada, abucheada, ridiculizada, en una mostración cruel de que se ha pasado sin pena, ni gloria y toreado en balde.
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