Lola Ortega Reyes

El teleférico a Sierra Nevada y los Fondos Europeos

Tribuna de opinión

Invertir en un proyecto tan poco sostenible es tirar el dinero de todos para el beneficio de algunos. Los fondos deberían encaminarse a proyectos para fomentar el empleo y a disminuir la contaminación

Un prototipo de teleférico
Un prototipo de teleférico / G. H.

20 de marzo 2021 - 05:00

La construcción del teleférico a Sierra Nevada, que parecía haber quedado en el olvido tras la disolución de la Sociedad que lo promovía en 2019, ha vuelto a la actualidad. Diversos comentarios de responsables de la Junta de Andalucía sobre su viabilidad y su construcción a costa de los Fondos Europeos motiva que hoy volvamos a hablar de esta obra que, en mi opinión, atenta contra la razón y la naturaleza.

El plan de recuperación para Europa, y en concreto, el plan NextgenerarionUE está concebido para ayudar a los países que integran la Unión en la recuperación económica y social de los estragos causados por la pandemia de la Covid-19. Este dinero financiará proyectos de inversión pública y privada que contribuyan a que la economía y la sociedad sean más resilientes, es decir, sean capaces de afrontar y adaptarse en el futuro a eventos imprevistos, como la pandemia que estamos sufriendo. Además, estos proyectos garantizarán una transición sostenible y digital, creando empleo y estimulando el crecimiento económico, contribuyendo a alcanzar el objetivo de neutralidad climática de aquí a 2050. Por ello, un mínimo del 37% del gasto en inversiones y reformas debe contribuir a objetivos climáticos.

Los proyectos y reformas a los que van destinados estos fondos pueden ser de investigación e innovación, cohesión territorial, política agraria común, transición climática y digital, lucha contra el cambio climático, preparación y resiliencia en programas de salud, protección de la biodiversidad e igualdad de género.

En ninguno de ellos encaja la construcción de un teleférico a Sierra Nevada. Veamos algunos porqués.

En primer lugar, el teleférico, con sus estaciones intermedias y sus pilares, estaría dentro del Parque Natural de Sierra Nevada, espacio protegido que sufriría un serio impacto en su relieve, flora y fauna. Además, la presencia de los pilares, cables y cabinas constituiría un enorme impacto paisajístico que cambiaría para siempre la imagen de Sierra Nevada. Por ello, la Unesco, a través del dictamen emitido por el Comité Andaluz de Reservas de la Biosfera suscribió que el teleférico es "inviable ambientalmente por su enorme impacto directo sobre el Parque Natural y los graves efectos indirectos e inducidos que podrían generar en el Parque Nacional" de Sierra Nevada. Por tanto, el teleférico no es sostenible, es decir, la construcción y explotación económica del teleférico dañaría Sierra Nevada, impidiendo a las futuras generaciones disfrutar de ella.

En segundo lugar, la construcción del teleférico no supone ningún beneficio ambiental, como defienden sus partidarios, quienes aducen que si se usa el teleférico para subir a Sierra Nevada, no sería necesario el coche y se reduciría la emisión de gases de efecto invernadero. Pero esto es totalmente falso, ya que subir en coche es enormemente más barato (entre un 300-1.000%) y un 30% más rápido. A la Sierra se suele subir con amigos o familia y compartir el coche lo abarata aún más, por tanto, la gente seguiría usando el coche y no el teleférico, mucho más caro y lento. Si realmente queremos disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, pongamos autobuses lanzadera hasta Pradollano desde una zona de aparcamientos, donde los usuarios dejarían sus coches, como hacen en muchas estaciones de esquí europeas. Si los autobuses fueran eléctricos, la emisión de gases de efecto invernadero sería mínima. Desde este punto de vista, el teleférico no contribuye en absoluto a la lucha contra el cambio climático.

En tercer lugar, el teleférico, que sería el más largo de Europa, lo que con orgullo argumentan también sus partidarios, no es necesario ni rentable. Y es que los teleféricos solo son útiles y productivos para comunicar zonas en las altas cumbres, donde las carreteras son inviables o están durante todo el invierno cubiertas de nieve. Hay teleféricos espectaculares en distintos puntos de los Alpes, pero ninguno comunica dos puntos que puedan ser cómodamente recorridos en carretera y la A-395 es rápida y está en muy buen estado. Por tanto, el teleférico no resuelve ningún problema de transporte, ni favorece la cohesión territorial.

Podría desgranar aquí más argumentos aportados por los amigos del teleférico: que subiría mucha más gente a la Sierra, que aumentaría el número de turistas que visitarían Granada, que proporcionaría muchos puestos de trabajo, etc. pero estos motivos tienen tan poco fundamento como los anteriores. Permítanme dos puntualizaciones.

El cambio climático ya está aquí y todos notamos sus efectos. Las nevadas en la Sierra son cada vez más dispersas y menos abundantes. Si no fuera por el uso de los cañones de nieve, hace años que muchas de las pistas de Sierra Nevada estarían cerradas. Pero no solo nieva menos y más esporádicamente, sino que la subida de temperaturas, con muchos días de invierno por encima de los cero grados, impide que los cañones puedan funcionar. Para cuando el teleférico comenzara a dar beneficios, si es que alguna vez los diera, ya no habría mucha nieve en la que esquiar en la Sierra.

Además, la estación de Sierra Nevada tiene una capacidad limitada de visitantes y pensar en aumentar el número de esquiadores llevaría implícito el incremento de la superficie esquiable. Un punto que choca frontalmente con la legislación de los Parques Nacionales donde se encuentra la estación. No se puede aumentar la superficie esquiable y el cambio climático disminuirá enormemente la cantidad de nieve en la Sierra. Dedicar los fondos europeos a un proyecto tan poco sostenible y con tan poco futuro es, en mi opinión, tirar el dinero de todos, para, posiblemente, el beneficio de algunos.

La economía española ha sido una de las más golpeadas por la pandemia, ya que al ser el turismo nuestra principal fuente de ingresos, todos los negocios relacionados de algún modo con la llegada de visitantes están en una situación muy difícil o, simplemente, se han arruinado. Por ello, ¿no sería más interesante invertir los Fondos Europeos en otras parcelas de la economía para diversificar nuestros ingresos y puestos de trabajo y ser más resilientes frente a las adversidades futuras?

En la tercera ciudad más contaminada de España, los Fondos Europeos deberían ir destinados a proyectos encaminados a fomentar el empleo y a disminuir la contaminación, como por ejemplo: la construcción de varias líneas de tranvías o metros que comuniquen los pueblos del área metropolitana con la capital y entre sí; la instauración de áreas de bajas emisiones, con la peatonalización de grandes zonas de la ciudad, construyendo aparcamientos gratuitos en la periferia para dejar los coches y llegar al centro en metro o bus; la transformación del modelo energético actual, instalando paneles solares térmicos y fotovoltaicos en todos los edificios públicos y promoviendo su instalación en los privados; la sustitución de la obsoleta flota de autobuses urbanos por otros eléctricos. Todos estos proyectos generarían empleo, son sostenibles, contribuirían a la lucha contra el cambio climático y mejorarían la salud de los granadinos.

Pero hay muchos más. Reforzar el Sistema de Salud Pública, invertir en investigación e innovación, construir depuradoras en cientos de municipios para evitar que sigan vertiendo sus aguas residuales a los cauces o al mar, realizar actuaciones tendentes a reforestar las áreas afectadas por los incendios, proyectar acciones para mitigar los efectos causados por el cambio climático en nuestro territorio, transformar Granada en una ciudad verde, etc., etc.

Hay tantos proyectos que se podrían realizar con los Fondos Europeos, que da una infinita tristeza y rabia pensar que nuestros gobernantes están pensando emplear cientos de millones de euros en construir el teleférico más largo de Europa y el más inútil. Mientras, Granada se sigue asfixiando bajo una capa de contaminantes y todos seguimos pagando multas millonarias a la Unión Europea por no depurar nuestras aguas residuales.

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