Nuestro idioma se empobrece cada día más

La pregunta que planteo parece banal y la mayoría de nosotros responderíamos automáticamente que no. Sin embargo, reconsiderar esta pregunta desde ángulos diferentes puede hacer variar esta respuesta. La situación de un idioma, como el español, puede medirse recurriendo a varios parámetros. Uno puede ser por el número de gente que lo habla en su día a día, junto a su crecimiento o decrecimiento. Otro, su capacidad de dar respuesta a los nuevos retos lingüísticos que los ciudadanos enfrentan. 

La riqueza del español es excepcional. Pero la desaparición del mundo rural fue el primer paso para que el desuso hiciera desaparecer muchas palabras del día a día. Esto  fue seguido por la desindustrialización rápida del país, que llevó a perder aún más vocablos. Y finalmente llegó la globalización, las nuevas tecnologías y el mundo digital. Y cuando  llegaron, nuestro idioma no tenía las palabras adecuadas para este nuevo paradigma. Se optó por copiarlas directamente de otras lenguas que ya las tenían, especialmente del inglés. Creo que esto fue inicio de un bucle negativo para nuestro idioma

Vivimos un aluvión de neologismos anglosajones. Los escuchamos en los medios audiovisuales, en la prensa escrita en sus titulares y artículos, inundan las redes, se usan en las conversaciones del día a día, se leen en todo tipo de anuncios y se oyen hasta en los debates parlamentarios.  Paralelamente los pictogramas en las plataformas digitales, están ganando terreno a la palabra escrita. Cuando se escucha música, el único idioma extranjero existente es el inglés. Otras lenguas como el francés, el italiano, o el portugués están desaparecidas. Todo esto potencia el imaginario de que el inglés es el camino. Paralelamente el español está perdiendo la carrera para mantenerse como lengua científica. En medicina, el área que conozco, España no ha creado las plataformas digitales donde acceder a las revistas médica de todo el ámbito de habla española. Y este déficit promueve la pérdida nuestro idioma como lengua científica internacional de referencia. En resumen, creo que nuestra lengua se empobrece.

La otra vertiente es el acoso que recibe el español en algunas autonomías, donde se intenta de manera encubierta, borrar el español de la memoria de las nuevas generaciones. En Cataluña los libros en español han desaparecido de las escuelas, se supervisa que los niños solo jueguen en la lengua local y un largo etc. Es decir, invisibilizan el español. Pero nuestra lengua común resiste en la calle y en las familias, pero en cualquier caso estamos ante una estrategia de desgaste y decrecimiento del español. 

La respuesta a esto retos debe de ser ambiciosa. Es imperativo retomar palabras de nuestro idioma y si es necesario crearlas nuevas, para mantener el protagonismo del español  dentro del mundo globalizado y sus nuevas tecnologías. Otras lenguas las han creado. Nuestros medios de comunicación deben de velar por el empleo correcto de nuestra lengua. El gobierno, las universidades y las reales academias deben de afrontar el reto de mantener el español  como lengua científica del mundo hispano. Y el gobierno central cuando negocie con las autonomías con lengua propia, debe de pedir contrapartidas que aseguren de manera efectiva que nuestra lengua común se conserva adecuadamente. Respetar los derechos lingüísticos de la población local castellano parlante es de justicia e imprescindible para mantener la cohesión del país.   

Por tanto, retomando la pregunta inicial, creo que el español puede entrar en un bucle de autoalimente negativo para España, en las dos dimensiones que comentamos al inicio del artículo. 

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