Afectados por la espuma de Loja

Los vertidos que las empresas encargadas de la obra del AVE a su paso por Loja han depositado sobre el entorno natural del municipio están siendo investigados por el Juzgado de Instrucción número 2 de Loja y ya son tres las denuncias oficiales presentadas por afectados, aunque es posible que en los próximos días este número aumente. Ganaderos, agricultores, la cooperativa de aceite San Isidro y la empresa Piscifactoría Sierra Nevada tuvieron que tomar medidas por su cuenta y riesgo hace un par de meses, cuando la espuma bañó el arroyo Salado y las administraciones no hicieron nada para impedirlo.

De forma privada encargaron informes y análisis para tener constancia de que sus productos no estaban contaminados y ahora, una vez que Medio Ambiente ha paralizado los vertidos y que la tuneladora ha cesado su actividad, siguen sin fiarse. La actividad no será la habitual hasta que tengan constancia absoluta de que el producto químico usado por la UTE Dragados-Tecsa para disolver la arcilla del túnel se ha degradado sin causar daños. Quieren verificarlo por su cuenta después de que el Seprona haya indicado que existe "una afección evidente en la calidad del agua".

Durante una visita a las instalaciones de las piscinas que Piscifactoría Sierra Nevada tiene bajo la autovía, Alberto Domezain, director del departamento de Investigación y Desarrollo de la empresa, explica cómo hace ya tres meses cerraron las compuertas y taparon con arena la toma de agua que abastecía a las instalaciones. El resultado, según explica, es que los 1.500 litros por segundo que había en las infraestructuras donde se cría el esturión ahora apenas son 600.

Porque desde el 1 de diciembre de 2009, cuando el responsable de la empresa puso una denuncia ante la Guardia Civil de Loja, las piscinas se abastecen con una toma de agua que procede de las instalaciones de arriba, con lo que los animales apenas se están alimentando. Y la situación seguirá así hasta que los responsables de esta producción ecológica no verifiquen por ellos mismos que no existe riesgo alguno de que la sustancia utilizada pueda acumularse en los animales. Para ello, han encargado los correspondientes análisis.

La cooperativa de aceite San Isidro también tomó sus medidas desde el primer momento y cinco socios han optado por perder sus cosechas para prevenir cualquier riesgo. Según explica Antonio Rodríguez García, del departamento técnico de esta empresa, la primera medida que exigieron a los agricultores fue que "las aceitunas afectadas no podían entrar en la cadena alimentaria, ni las de arriba del agua, ni las del suelo". Tras hablar con abogados y los afectados, valoraron los daños y presentaron sus quejas y denuncias. Además, investigaron cuál era el producto usado e intensificaron los controles en la zona afectada.

"El producto no es tóxico ni nocivo, pero es irritante para el que lo manipula. Dicen que es un detergente, pero es más concentrado. Gestionado de buena manera no sería un problema para el medio ambiente, pero tenían que haber adecuado las balsas de recepción al volumen de la obra, por ejemplo. Además, hay que tener en cuenta la cantidad de agua que ha caído", explica el técnico.

De momento, además de la pérdida de las cosechas, los olivos que están literalmente enterrados en lodo tendrán que ser repuestos, al igual que la capa de suelo natural. Pero el responsable deja claro que el aceite no está afectado "en ningún caso" por el vertido, ya que la sustancia química usada es "hidrosoluble": "El aceite se obtiene por un proceso natural y el producto, al ser hidrosoluble, se va con el agua. Y aunque no fuera así y hubiera entrado en el proceso industrial, como tiene más peso que el agua quedaría en un anillo externo, junto a la masa, la pulpa, el agua y los huesos". Los controles y ensayos realizados por la cooperativa han arrojado resultados positivos y del todo tranquilizadores pero "éticamente" la empresa no va a permitir la recogida de aceituna afectada.

Junto a los agricultores, varios ganaderos también se han visto afectados. Uno de ellos, por ejemplo, asegura haber sufrido la muerte de unas cincuenta cabras, mientras que otro pastor se queja de la muerte de cuatro de sus ovejas. Así le consta a Antonio Ramón Molina, portavoz municipal de Convocatoria por Loja, que además es agricultor y ganadero ecológico perjudicado por el vertido. Como medida preventiva, este lojeño decidió alimentar a sus 130 ovejas en su finca para que no pastaran libremente y corrieran el riesgo de beber del río. Así, no ha sufrido ninguna baja en su rebaño. Lo hizo en febrero, cuando preguntó en un pleno municipal sobre las quejas de los vecinos. "Primero se me dijo que se habían colocado unos filtros y después me dijeron que el producto era biodegradable. Y como yo no me fío del alcalde, Miguel Castellano, desde que detecté el vertido no acerqué mis ovejas al río", explica.

Así, sus ovejas están encerradas y debe suministrarles grano y paja ecológicos sin que coman los pastos de las parcelas en las que normalmente pastorea. El resultado es que no se alimentan igual porque no se nutren de las vitaminas de la hierba, algo perjudicial para el proceso de selección de la raza ovina lojeña. Además, debe costear de su bolsillo una alimentación que trae de Almería y que en condiciones normales obtendría de sus parcelas en propiedad y las arrendadas.

Tras dirigirse al Seprona, donde le han aconsejado que acuda al juzgado, Molina tiene pensado presentar una denuncia. Y además está pensando en personarse como grupo político. Le preocupa el perjuicio causado hasta el momento pero, sobre todo, necesita tener la certeza absoluta de que no habrá ningún problema en el futuro: "Ahora nos tienen que garantizar cuándo podemos acercar los animales al río y que la limpieza anunciada también se haga en los cauces contaminados".