Búhos y lechuzas: las garras de la noche

Sierra Nevada - Paraíso de biodiversidad

En el macizo nevadense hay presentes siete especies de rapaces nocturnas.

Visión adaptada a la oscuridad y plumaje silencioso en vuelo, principales adaptaciones a la caza por la noche

Mochuelo con escolopendra en el pico / Fernando Castro
Ignacio Henares

18 de febrero 2017 - 00:00

Las rapaces nocturnas de Sierra Nevada pertenecen a dos familias emparentadas entre sí, las lechuzas y los búhos. Son aves de presa, dotadas de fuertes garras y pico, de pequeñas a muy grandes, con hábitos nocturnos, excepto el mochuelo que tiene períodos de actividad diurnos. Se caracterizan por poseer 'caras' redondeadas, con ojos grandes dispuestos frontalmente y algunas veces con mechones de plumas que se parecen a 'orejas'.

Adaptaciones a la vida nocturna

La visión se encuentra especialmente desarrollada y adaptada a condiciones de baja luminosidad. Poseen unos ojos frontales grandes provistos de pupilas con una extraordinaria capacidad para dilatarse y una retina con gran cantidad de 'bastones' que captan pequeñas cantidades de luz.

La estructura de su plumaje produce un vuelo silencioso que les permite oír a sus presas

Las rapaces nocturnas pueden girar hasta 270 grados la cabeza; con estos movimientos suplen la pérdida de campo de la visión frontal y mejoran el cálculo de profundidad. El oído está altamente desarrollado y adaptado a la localización de presas. Los discos faciales, una estructura en forma de corazón situada alrededor de los ojos, actúan como antenas parabólicas que recogen las ondas sonoras que producen los movimientos de sus presas.

La estructura especial de su plumaje produce un vuelo silencioso que les permite oír a sus presas mientras vuelan. La superficie suave y acolchada de las plumas amortigua la fricción que se produce al batir las alas. Los bordes desflecados de las plumas eliminan además el silbido que produce el aire al ser 'cortado' durante el vuelo.

Especies presentes en Sierra Nevada

Búho real (Bubo bubo subsp. hispanus). Es la más grande de nuestras rapaces nocturnas. De complexión poderosa, presenta una figura imponente con su cabeza ancha, disco facial oscuro con grandes ojos rojizo-anaranjados, 'orejas' desarrolladas y pico y garras muy fuertes. Fuera de la época de cría permanece silencioso pero en el cortejo invernal su profundo ulular es fácil de escuchar. Se alimenta de mamíferos y aves, fundamentalmente conejo y perdiz, sin desdeñar zorros jóvenes, ofidios, grandes ratas e incluso gatos. Asciende hasta aproximadamente los 1.500 metros de altitud. Selecciona cortados rocosos, cuevas y oquedades en riscos de cualquier naturaleza, e incluso construcciones industriales abandonadas, siempre que haya matorral en las inmediaciones o mosaicos con cierta cobertura forestal. Está ausente en las áreas con bosque denso y lugares excesivamente antropizados.

Lechuza común (Tyto alba). Es la única rapaz nocturna con las zonas ventrales e inferiores completamente blancas. Ruidosa en época de cría, sisea y chilla con fruición cerca del nido, emitiendo un característico resoplido cuando vuela. Se alimenta principalmente de micromamíferos, pequeñas aves y murciélagos. En Sierra Nevada no asciende por encima de los 1.100/1.200 m. Utiliza preferentemente construcciones humanas para nidificar y descansar durante el día, ocupando alternativamente huecos de árboles. Evita los lugares muy áridos y las zonas abruptas de montaña.

Autillo europeo (Otus scops subsp. mallorcae). Es el búho más pequeño de cuantos podemos encontrar. De color pardo-grisáceo, destacan los penachos u 'orejas' que lo hacen más estilizado. Emite un reclamo aflautado inconfundible que resulta muy familiar en las noches de primavera. Se alimenta de insectos (coleópteros, ortópteros y mariposas nocturnas). En Sierra Nevada ocupa un amplio rango altitudinal, desde las cotas más bajas hasta los 2.550 m, donde se ha citado junto a los Peñones de San Francisco, constituyendo la máxima altitud alcanzada por la especie en la Península. Está ligado al dosel arbóreo, fundamentalmente de frondosas, vegetación riparia forestal y también en zonas urbanas y bosques de coníferas. Falta de las zonas llanas y áridas sin arbolado. Llega para reproducirse durante el mes de marzo y abandona Sierra Nevada entre agosto y septiembre.

Mochuelo (Athene noctua subsp. vidalii). Es un ave muy común, lo que unido a su costumbre de utilizar posaderos prominentes y emitir reclamos, la hacen notoria. Emite un amplio repertorio de sonidos, desde chillidos y maullidos a un profundo ulular repetitivo. Especialmente activo al ocaso y al alba, mantiene una actividad parcial diurna aunque gusta de permanecer descansando en algún árbol, entre los mojones de piedras cerca del suelo o en construcciones humanas. Es insectívoro. Se distribuye homogéneamente por Sierra Nevada, desde el piso termo al supramediterráneo, con citas a más de 2.500 m de altitud en la Loma del Mulhacén. Falta de zonas con bosque denso, prefiriendo áreas despejadas que mantengan vegetación arbórea, aunque esté dispersa. Se adapta bien a hazas, huertas y zonas de campiña, olivares, almendrales o cítricos, aprovechando las construcciones rurales para nidificar y descansar en ellas. A partir de octubre se dan movimientos altitudinales de las parejas que crían a mayor altitud hacia cotas más bajas, según se van extendiendo las condiciones invernales en la alta montaña.

Cárabo común (Strix aluco subsp. sylvatica). Es el búho reproductor más escaso de la avifauna nevadense. En los estudios ornitológicos del siglo pasado, hasta los publicados en los años noventa no se citaba, por lo que esta especie es de 'reciente' llegada a Sierra Nevada. Ligado a formaciones arbóreas estables, su presencia se identifica como indicador de buena salud forestal, citándose tan sólo en bosques nevadenses maduros y preferentemente húmedos, fundamentalmente de coníferas y frondosas (roble y encina). Sierra Nevada es el límite suroriental europeo de distribución de esta especie.

Búho chico (Asio otus). Posee tamaño mediano, 'orejas' prominentes, tonos cremosos en partes inferiores y plumaje críptico. Se alimenta de roedores, pequeñas aves y, en menor medida, de grandes insectos. La distribución del búho chico en Sierra Nevada es irregular y pasa fácilmente desapercibido. No se le ha localizado por encima de los 1.300 m ni en zonas de bosque denso o muy abruptas, tendiendo a ocupar el piedemonte y los espacios que tienen un relieve suave y formaciones forestales laxas. En la vertiente sur se restringe al fondo de los valles fluviales, laderas poco pronunciadas con grandes árboles aislados o formaciones de tarajes en zonas secas y abiertas. En la vertiente norte ocupa las áreas cerealistas, vaguadas con vegetación forestal riparia y dehesas abiertas con poca densidad de arbolado.

Búho campestre (Asio flammeus). Difícil de detectar, se mantiene escondido entre la vegetación hasta el atardecer, cuando se activa con la llegada de la noche. Se reconoce fácilmente por sus colores claros y alas largas y esbeltas con las que al volar alterna planeos y un distintivo aleteo boyante. No forma parte de la avifauna nevadense habitual, pero hay citas variadas, entre los meses de octubre y abril, ligadas a zonas llanas, eriales con vegetación alta o retamares con matorral abierto.

Más información: 'Las aves de Sierra Nevada' Garzón Gutiérrez, J. y Henares Civantos, I. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía.

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