Un trabajo de investigación analiza la realidad de las mujeres alpujarreñas de Ugíjar y Andarax entre los siglos XV y XVI
Cultura
Ana María Carballeira Debasa publica 'De nazaríes a moriscas: el mundo alpujarreño en clave femenina' en el libro 'De Nación Morisca' editado por Margarita M. Birriel Salcedo y Raúl Ruiz Álvarez (Editorial Universidad de Granada)
Granada/La investigadora de la Escuela de Estudios Árabes (CSIC) y socia del Centro de Estudios Históricos del Valle de Lecrín y La Alpujarra (CEHVAL), Ana María Carballeira Debasa ha analizado en un capítulo del libro "De Nación Morisca" la realidad de las mujeres alpujarreñas en las tahas de Ugíjar y Andarax durante el tránsito del siglo XV al XVI.
Esta investigación ha tomado como base documental los datos registrados en un libro de habices fechado en 1530, que actualmente se custodia en el Archivo Histórico Diocesano de Granada. Este manuscrito recoge una relación de este tipo de propiedades que fueron donadas a los centros de culto islámicos de los mencionados distritos nazaríes para su mantenimiento y que, a raíz de la conversión de los moriscos, fueron transferidas a los templos cristianos.
Según revela la autora, este manuscrito forma parte de una colección de libros de habices, cuyo objetivo principal era que todo este patrimonio quedase bien registrado a fin de que los templos adquiriesen un buen conocimiento de sus pertenencias y las pudiesen hacer objeto de una explotación adecuada. Es en este contexto donde las mujeres aparecen como tenedoras de propiedades colindantes con los antiguos habices islámicos.
En el trabajo publicado se examinan diversos aspectos de la condición social y económica que caracterizaron a las mujeres alpujarreñas. Desde este punto de vista, se aporta información sobre el peso que tuvieron en el seno de la comunidad. En general, el análisis de la documentación permite esbozar un bosquejo de cómo funcionaba una comunidad rural alpujarreña en esa época.
Gracias a este inventario de habices, conocemos la forma de denominar a las mujeres. Así, sabemos que, a lo largo del tiempo, muchas de ellas mantuvieron el componente onomástico árabe más representativo de su identidad familiar. En ocasiones, las mujeres aparecen identificadas con nombres y apellidos. Sin embargo, la mayoría de las veces la identificación se efectúa mediante vínculos agnáticos, lo que deja entrever la condición patrilineal y patriarcal de la sociedad alpujarreña. A veces, se mencionan simultáneamente la onomástica de la mujer y el grado de parentesco. Gracias a los datos de filiación, es posible obtener información sobre las relaciones familiares. En muchos casos consta el estado social de estas féminas, pero no su categoría profesional, si bien, a juzgar por la actividad económica de la zona, cabe suponer que, aparte de las labores domésticas, participaban en las tareas agrícolas (hilado de la seda, preparación de uvas pasas e higos secos…).
Esta documentación también permite constatar la participación de las mujeres en la economía alpujarreña mediante el acceso al régimen de la propiedad y a la transmisión del patrimonio. Las mujeres aparecen como dueñas de patrimonio urbano, rural y periurbano, especialmente de tierras de cultivo y morales. Tales posesiones procedían de herencias, donaciones, dotes y compras. En cuanto a las pautas seguidas en las transferencias patrimoniales, el papel de estas féminas no solo abarcaba su capacidad como vendedoras, sino también como testadoras. En este sentido, su papel como transmisoras de la propiedad fue de una cierta relevancia. En esta fuente documental se refleja como algunas propiedades de cristianas nuevas se transfirieron a las iglesias bajo la fórmula de mandas pías en legados testamentarios con objeto de disipar dudas sobre su conversión a la fe cristiana.
A la luz de este trabajo, queda patente que el derecho a la propiedad no era una prerrogativa de las mujeres de las ciudades, sino que también hacían uso de él sus congéneres de un entorno rural como el de las tahas de Ugíjar y Andarax. Las mujeres que aparecen en esta documentación pertenecen a grupos campesinos acomodados, pero evidentemente no toda la población femenina alpujarreña tenía el mismo nivel de vida, lo que evidencia la existencia de diferencias socio-económicas en esa comarca.
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