Un paseo por Montejícar
La granada del siglo XXI
El pueblo eminentemente agrícola trata ahora de fomentar su aspecto más turístico de cara al visitante
A sesenta kilómetros de la capital granadina y apenas treinta de la provincia vecina de Jaén, se sitúa Montejícar, un municipio eminentemente agrícola, que trata ahora de diversificar su economía para conseguir, entre otras cosas, estabilizar una población que en la última década se ha visto mermada considerablemente.
Los olivos que rodean el pueblo muestran, desde antes de adentrarse en él, que la aceituna y la producción de aceite es protagonista en la vida de los montejiqueños, una población que desde hace años ha sido temporera. Temporeros que viajan a Jaén para la recogida de aceituna, vuelven después al pueblo a recoger allí la suya, que cae más tarde, para emprender de nuevo el camino, en este caso hacia Francia. Así han vivido durante generaciones, y quizás haya sido esta vida casi nómada la que ha provocado que muchos de los que se marchan, especialmente los jóvenes, no vuelvan.
El cereal ha dejado de tener la relevancia de años anteriores. Lejos han quedado otras épocas en las que el municipio de los Montes Orientales llegó a ser el tercer productor nacional de cereales, que se distribuían por diversos puntos de la geografía.
Sin embargo, Montejícar goza de numerosos atractivos tanto para los autóctonos como para los visitantes. Rodeados por la sierra, y con una torre, la de la iglesia parroquial de San Andrés, que ofrece unas vistas espectaculares del pueblo y que se erige como uno de los puntos que hacen reconocer que se ha llegado a la localidad.
La Atalaya del castillo del que aún se conservan algunos restos, forma también parte de estos puntos que despiertan el interés y que hacen que los montejiqueños se sientan orgullosos de su patrimonio. Para ellos, los que han nacido y crecido en sus calles, entre las casas bajas que predominan en su paisaje y han jugado en las plazas en las que ahora se reúnen con los viejos amigos, la tranquilidad y la naturaleza son dos características que no cambiarían y aunque comprenden que las nuevas generaciones busquen un futuro mejor, esperan que las tierras donde se criaron puedan convertirse poco a poco en esa alternativa que ahora tratan de encontrar fuera.
En este sentido y para evitar esa huida de población que se produce en tantos pueblos andaluces, el Ayuntamiento de Montejícar trata ahora de apostar por el turismo rural, poniendo en valor aquellos atractivos que pueden resultar de interés y fomentando la creación de alojamientos rurales para los futuros turistas.
El arreglo del acceso a los restos del castillo, o la recuperación del lavadero o la mejora de la zona de la Fuente de la Cabra, son parte de estas actuaciones, que se unen a las iniciativas privadas de algunos vecinos que han decidido crear casas rurales que sirvan para alojar a los visitantes. Una invitación a conocer uno de los muchos pueblos de la provincia que cuenta con encanto suficiente como para que los que no lo conocen queden asombrados por las posibilidades que ofrece.
La creación de rutas o la construcción de un nuevo albergue están también entre estos proyectos de impulso. Un albergue que tendrá una doble función, alojamiento para escolares que acudan a visitar la fábrica de aceite o de harina de Montejícar, así como servir de alojamiento de los hijos de los temporeros que llegan al municipio.
La localidad cuenta además de yacimientos, como el del Cerro de los Allozos, que podrían convertirse si consiguen la inversión necesaria, en un nuevo punto de encanto para los viajeros, que además tiene en esta montaña un punto ideal desde el que se divisa no sólo Montejícar, sino muchos de los pueblos de la comarca.
El municipio que conserva costumbres y tradiciones al tiempo que trata de enfrentarse al futuro con entusiasmo y actitud emprendedora, es un lugar para hacer una agradable parada en el camino.
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