Sin pausa en la apacible Cijuela
La granada del siglo XXI
El pueblo ha registrado un importante crecimiento en los últimos años sin perder el sosiego en el quehacer diario

"Ha cambiado mucho. Hay mucha actividad y se han construido numerosos bloques". Así resume la vecina Emilia Ajenjo la evolución de Cijuela. Y es que el municipio casi ha duplicado su población en la última década, convirtiéndose en una nueva ciudad dormitorio del Cinturón de Granada.
La construcción, por tanto, ha desbancado a la agricultura como motor de le economía cijueleña, aunque el cultivo de la oliva y el espárrago está reabsorbiendo el paro ocasionado por la crisis actual. "Hace unos años la gente del pueblo no quería trabajar en el campo pero ahora los vecinos vuelven a la agricultura como consecuencia del desempleo", explica la concejal de Cultura del Ayuntamiento de Cijuela, Valentina Fernández.
Además, los pequeños huertos -que incluso se intercalan con los edificios dentro del mismo núcleo urbano- son una vía de actividad para las personas mayores del municipio quienes pasan el día cuidando los cultivos.
Charlar con los amigos en las numerosas plazas y parques de Cijuela es otra de las aficiones de los abuelos y, aunque puede parecer una actividad sosegada, los ancianos del pueblo derrochan vitalidad. Así, es habitual ver a veteranos ciclistas pedaleando en bicicletas casi tan antiguas como ellos, como Manuel Muñoz, un cijueleño que a sus 76 años de edad sigue montando una Orbera con casi siete décadas de antigüedad. Una imagen por la que merece la pena acudir al municipio.
Esta fusión entre la tranquilidad y la vivacidad impregna el día a día en Cijuela. "El que se aburre aquí es porque quiere", asegura Marta Arroyo, una de las vecinas del pueblo, quien añade que el Ayuntamiento organiza continuos cursos de formación (como de celador, administrativo o informática), eventos lúdicos (como la celebración del Carnaval hace unos días), rutas de senderismo por la comarca y actividades deportivas.
En este último aspecto, Cijuela cuenta con equipos de fútbol de todas las edades (los alevines son los actuales campeones de la liga granadina) e incluso hay partidos entre solteros y casados, lo que fomenta la participación de los vecinos. "Muchas madres nos vamos a los partidos para animar a nuestros hijos", comenta otra vecina de Cijuela, María Teresa Estévez.
Con tantos remedios para combatir el tedio, es lógico que los recién llegados al pueblo se integren rápidamente. María del Carmen García, por ejemplo, llegó a Cijuela hace 20 años y al poco ya conocía -y era conocida- por el resto de conciudadanos, aunque admite que la gente mayor muestra más reparo. A diferencia, por ejemplo, de lo que ocurre en los centros educativos de la localidad, donde los nuevos alumnos se han incorporado con facilidad y rapidez, según admite uno de los maestros del pueblo.
Peor panorama se encuentran los jóvenes cijueleños que tienen que desplazarse hasta las localidades vecinas para irse de fiesta, ante la ausencia de locales de ocio nocturno en el pueblo, una circunstancia en la que no ayuda la escasa conexión con la capital (sólo 4 autobuses al día unen Cijuela con Granada), por lo que el Ayuntamiento está trabajando por mejorar las comunicaciones.
Ahora bien, como el 'hambre' de diversión agudiza el ingenio, los parques se convierten en improvisados pubs y las naves en discotecas durante los fines de semana, explica un grupo de jóvenes.
Es uno de los efectos de vivir en un lugar que mantiene el apacible encanto de los pueblos de interior granadinos. Las otras consecuencias: que los niños siguen jugando en la calle, no hay cruces de personas sin saludo y el tiempo lo marca la rutina y no el reloj.
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