Un respiro en Alhendín
La granada del siglo XXI
El pueblo ha registrado un importante crecimiento , con un millar de nuevos empadronados en apenas dos años
Entre la Vega y el Valle de Lecrín, a apenas diez kilómetros de la capital se encuentra uno de esos municipios del Área Metropolitana que ha sabido perfectamente combinar la costumbres y tradiciones de antaño con el avance de los nuevos tiempos. Su posición estratégica en la época musulmana contribuyó a su crecimiento y su poblamiento continuado. Asimismo los restos de una de las torres más importantes de la Vega granadina son la señal de la relevancia defensiva que tuvo y que ha influido en su desarrollo posterior.
La multitud de paisajes, desde los cultivos de secano que aún se mantienen a la presencia de tierras de regadío, hacen el municipio atractivo al visitante. En el entramado urbano, las casas bajas se mezclan cada vez más con pequeños edificios, no de gran altura, o nuevas viviendas en las que los jóvenes de dentro y fuera del municipio se han ido estableciendo, debido a la cercanía entre la localidad y la capital.
Los vecinos de Alhendín señalan el horizonte cuando se les pregunta por el encanto de su pueblo, y razón no les falta. La imagen de Sierra Nevada parece dar la bienvenida a los que pasean por sus calles, sin edificios que se interpongan al contemplar el paisaje. El ajetreo es continuo durante la mañana, los días soleados ayudan a este movimiento, y junto a los que ya trabajaron suficiente y ahora se sientan en los bancos de las plazas, el resto de alhendinenses caminan por las calles con destinos distintos. Los mayores coinciden en destacar que la vida ha cambiado y, aunque hay aspectos que no terminan de convencerles, señalan que en general ha mejorado.
Alhendín, que cuenta ya con casi 7.500 habitantes, ha ido creciendo durante los últimos años, aumentando en más de un millar el número de personas empadronadas durante los últimos dos años. Y es que si los municipios lejanos a la ciudad tienen que esforzarse para mantener su población, los del Área Metropolitana y, en especial, aquellos que mezclan la cercanía con el sabor a pueblo y las costumbres con los servicios a los ciudadanos, resultan atractivos no sólo para los que se quedan sino también para los que deciden llegar. Al igual que en otras localidades de características similares, que no iguales, porque cada uno tiene su peculiaridad, a los vecinos más antiguos no les gusta que se hable de ciudad dormitorio. Prefieren pensar que los que llegaron por comodidad, cercanía o incluso porque les resultaba más económico, se quedan en su pueblo porque les gusta y terminan formando parte de él. Y seguramente tienen razón, porque lo cierto es que los más jóvenes coinciden en destacar que la tranquilidad de las calles de Alhendín, especialmente cuando llega la noche, se agradece y aseguran además que los servicios a los que tienen acceso desde su nuevo emplazamiento no son menos que a los que podían optar cuando vivían en la ciudad. Los nuevos se van adaptando poco a poco a la vida en el pueblo y la enriquecen.
La economía no pasa ahora por sus mejores momentos. La agricultura que durante años fue uno de los principales motores de este pueblo de la Vega ha ido quedando relegada a un segundo plano cada vez menos importante. La mayoría de los cultivos que hay ahora en la localidad son para autoabastecimiento, aunque todavía hay algunas pequeñas explotaciones dedicadas al olivar o al tabaco.
La posición que tuvo el sector primario ha dejado paso a la construcción fue tomando su lugar en épocas recientes. La caída del sector ha provocado un considerable aumento del desempleo y más de 800 alhendinenses se encuentran en estos momentos en las listas del paro. No obstante el sector servicios y el aumento del tejido empresarial, con negocios pequeños con una plantilla no muy elevada, suponen también un considerable motor para la localidad. La futura puesta en marcha de un nuevo parque empresarial supondrá un impulso para el pueblo, que espera seguir creciendo a un ritmo parecido al de los últimos años.
Entre los negocios familiares que han ido apareciendo en Alhendín, el molino de harinas es uno de los más conocidos fuera y dentro del municipio. Y es que muchos son los que buscan la sémola de trigo para migas que fabrican en esta empresa alhendinense y que se ha convertido en el ingrediente estrella de uno de los platos típicos de la localidad.
Pero además el municipio pretende ser cada vez más atractivo para los visitantes y fomentar su elección como destino turístico. Y es que la localidad cuenta con numerosos restaurantes y bares e incluso con un alojamiento rural para aquellos que decidan pasar la noche en el pueblo.
Desde el Consistorio apuestan por tratar de incentivar el trabajo a través de cursos formativos y talleres de empleo, de los que se benefician ahora más de treinta vecinos del municipio. La otra preocupación del gobierno local es la mejora de los servicios, no sólo en las zonas de nuevas viviendas, sino incluso más, en los barrios más antiguos, que llevaban tiempo necesitando una reforma en las instalaciones eléctricas, así como en el asfalto de las calles. El objetivo es lograr que todos los ciudadanos del municipio gocen en la medida de lo posible de unos servicios lo más equitativos posibles. Y eso es algo que los alhendinenses agradecen, ya que algunos señalan que era necesario mejorar estos servicios para dar al municipio una imagen más homogénea y reducir las diferencias negativas entre las zonas viejas y nuevas del pueblo.
La cultura es también importante para los ciudadanos del municipio que señalan que la celebración de certámenes de teatro o carnaval suponen un atractivo añadido para los residentes en la localidad, especialmente para los que llevan poco tiempo viviendo en Alhendín y que encuentran una oferta de ocio interesante.
Los vecinos de este pueblo metropolitano se muestran orgullosos de su origen y de su forma de vida, aunque también reconocen la comodidad de estar tan cerca de la capital, lo que les permite acceder a cualquier servicio, en cualquier momento. "Lo tenemos casi todo", asegura un alhendinense.
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