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Históricamente, el linfedema y el lipedema se han considerado condiciones relacionadas. Sin embargo, los estudios e investigaciones más recientes indican que, si bien en algunos casos pueden estar relacionados, en muchos otros no tienen ninguna conexión entre sí y sus causas, tratamiento y desarrollo son distintas. Ambas son dos condiciones diferentes que afectan la distribución de grasa en el cuerpo y la función del sistema linfático, y pese a que son diferentes a nivel fisiopatológico, pueden ser confundidos debido a que ambos generan aumento del volumen de la zona donde se presenta. En este artículo abordaremos sus diferencias fundamentales.
En primer lugar, recordaremos que la prevalencia del linfedema y del lipedema varía dependiendo de la población estudiada y de los criterios diagnósticos utilizados. A nivel mundial, se estima que el linfedema afecta alrededor de 140-250 millones de personas, siendo más común en mujeres que en hombres. Por otro lado, el lipedema, considerada una enfermedad de género, afecta aproximadamente al 11% de las mujeres y se considera una condición poco diagnosticada y subdiagnosticada en muchos países.
El linfedema se caracteriza por una disfunción en los ganglios linfáticos, pequeñas estructuras del cuerpo que forman parte del sistema inmunitario. Estos ganglios se encargan de filtrar las sustancias que transporta el líquido linfático y de contener los linfocitos, que son glóbulos blancos que combaten infecciones y enfermedades. Cuando se produce esta enfermedad, los ganglios linfáticos no funcionan correctamente y no pueden filtrar adecuadamente la linfa, lo que provoca edemas con acumulación de líquido en ciertas partes del cuerpo. Generalmente, esta afección se da como resultado del daño en el sistema linfático que puede producirse, por ejemplo, tras la aparición de un cáncer o después de someterse a un tratamiento contra él. Puede afectar tanto a hombres como a mujeres, aunque es más común en el sexo femenino.
El lipedema es una condición que afecta al tejido adiposo, en la que se produce una acumulación anormal y progresiva de células grasas en las piernas, aunque también puede aparecer en los brazos u otras extremidades, dependiendo del grado. En muchas ocasiones, esta afección se confunde con la obesidad o el sobrepeso. Sin embargo, mientras que el sobrepeso o la obesidad mejoran con una pauta dietética y el ejercicio regular, el lipedema no responde a dietas ni a práctica de actividad física. El 99% de las personas que la padecen son mujeres.
Desde Clínicas Planas aportan este cuadrante resumen que unifica muy bien las diferencias entre ambas afecciones:
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