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Son varios los factores que intervienen cuando queremos perder peso. Entre ellos, podríamos decir que el más influyente es una buena alimentación. Pero,¿sabemos lo que comemos?, y, sobre todo, ¿sabemos lo que compramos?; Algo tan sencillo como parecer hacer la compra, puede convertirse en todo un reto. Y es que como en todo lo importante, la letra pequeña esconde mucho. Leer el etiquetado de los alimentos no es difícil, pero muchas veces, en medio de un atestado supermercado, no nos paramos a mirar bien y terminamos comprando ''a ciegas'' productos que, aunque se anuncien como saludables, no lo son.
Los españoles estamos entre los europeos menos preocupados por la información nutricional de los alimentos elaborados industrialmente que consumimos, y pese a que los movimientos 'real fooding' están cada vez más en auge, preocupados por este tipo de cuestiones, los ultraprocesados siguen siendo una constante en la elaboración de muchos productis. Por ello, debemos tener en cuenta para no meter en tu carrito de la compra alimentos que puedan ir en contra de tu salud y tu dieta.
Tampoco es del todo cierto que toda la comida más sana sea la que viene sin etiquetas; todos los alimentos que se venden al público deben cumplir unas normas de trazabilidad perfectamente indentificables, aunque no estén siempre a la vista. La clave, como hemos mencionado, está en las etiquetas nutricionales; a continuación repasamos los 'tips' para leerlas bien y evitar las confusiones más frecuentes.
Siempre en orden decreciente de peso, de mayor a menor en la cantidad que se ha usado para elaborar el producto. Mirando los ingredientes podríamos comprobar fácilmente que, en realidad, el porcentaje de algún ingrediente que se patrocina como principal puede ser solo del 1%, o inferior.
Asimismo, estos porcentajes nos ayudan a tener una idea de la cantidad de otros ingredientes, en función de si están antes o después en la lista.
Los aditivos también tienen que figurar en el listado de ingredientes. Aparecen indicando la función concreta -colorante, conservante, espesante...- y su nombre completo o número E. La adición de estas sustancias, tiene como resultado que el propio aditivo o sus subproductos se conviertan en un componente de dicho producto alimenticio. Su uso está regulado mediante una normativa muy controlada; todos los aditivos deben tener una utilidad demostrada y haber superado los debidos controles de evaluación. Eso sí, cuantos menos, mejor.
Según la Organización Mundial de la Salud ( OMS), la ingesta máxima de sal debe ser de 5 gramos de sal= 2 gramos de sodio. Para saber si el contenido en sal es mucho, debes tener en cuenta:
La tabla nutricional nos dicela cantidad total de azúcares que tiene el producto, tanto los que provienen del azúcar añadido, como los de origen natural. Estos valores los encontraremos en la información nutricional, no en los ingredientes. La OMS recomienda consumir no más de 50 gramos de azúcar al día, pero muchos expertos ven esta cifra como excesiva y distinguen entre los azúcares naturales, ligados a la fibra vegetal, y los refinados. Evitar los productos que contengan no suelen suponer un problema.
Tenemos que fijarnos siempre en la cantidad y el tipo de grasa que presenta el alimento. Un producto rico en grasas saturadas y grasas trans es desaconsejable si queremos cuidar nuestra salud debido al impacto que tiene en el sistema cardiovascular.
Si la fracción saturada es alta, deberemos sospechar de que hay aceite de palma, a no ser, por supuesto que estemos frente a productos clásicamente grasos como leche, quesos, mantequilla, patés, etc.
El valor energético corresponde al número de calorías por X gramos, que contiene el producto en cuestión. Muchas veces, este es uno de los aspectos que más se miran en el etiquetado. Sin embargo, debes saber que no es el más importante. Hay alimentos calóricos que merecen la pena por el resto de sus ingredientes y beneficios para la salud (los frutos secos, por ejemplo).
A la hora de escoger un alimento o prodcuto, debemos priorizar los alimentos ricos en fibra y que aporten además micronutrientes, vitaminas y minerales. La fibra vegetal es el gran beneficio oculto -cuando no eliminado- de muchos alimentos en base a harinas. Debemos vigilar que sus valores sean altos, preferiblemente por encima entre el 3% y como máximo un 10% aproximadamente.
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