"Me llamaban loco pero me emociona que la gente aún recuerde la Banda de Ripoll"
Entrevista | José María Ripoll, director de la Banda Santa María del Triunfo
Dos décadas después, el director de la mítica formación granadina, recuerda el legado en el panorama cofrade granadino
En 2022, la Banda de Ripoll estuvo dispuesta a volver a tocar en público para conmemorar sus veinte años

Granada/El nivel musical, la elegancia, la seriedad y la marcialidad de la Banda de Cornetas y Tambores de Santa María del Triunfo marcaron un antes y un después en la Semana Santa de Granada. Una formación musical que revolucionó el panorama cofrade y del que, veinte años después de su desaparición, sigue viviendo en el recuerdo de muchos que añoran los clásicos sones que acompañaba al misterio de la Santa Cena, Huerto, Lanzada, Tres Caídas, Favores y, por supuesto, la Resurrección, entre otras muchos.
Una banda que empezó con apenas veinticinco cornetas pero que llegó a lo más alto gracias a la personalidad de su director: José María Ripoll, músico y cabo primero del Ejército del Aire. Uno de los nombres propios de nuestra semana santa, que dio sus primeros pasos en la música a los ocho años en la Banda de la Organización Juvenil Española, que tocó en la formación propia de la Base Aérea de Armilla y que alumbró la Banda Provincial de Granada, sobre la que más tarde construiría el proyecto de lo que todos conocimos como la Banda de Ripoll. Un hombre serio pero afable, tan formal como cercano, pero que desde que en 2002 puso punto y final a su carrera musical ha preferido mantenerse discretamente al margen de la actualidad cofrade, sin entrevistas ni predicándose en ningún tipo de foro.
- Ya ha llovido desde la última vez que Pepe Ripoll dirigió aquella mítica banda que hoy todos recordamos. ¿Qué motivó aquella inesperada despedida?
- Pensé que hasta aquí había llegado y, desde entonces, no he vuelto a querer saber nada. Hoy se habla mucho de Semana Santa e incluso, en muchas cosas, podemos hacerle sombra a Sevilla. Pero cuando empezó el auge, se hablaba muy mal, se hacían muchas zancadillas... incluso desde los medios de comunicación. Además, estaba ya cansado por temas de salud y tenía a mi mujer y a mi familia abandonadas. También vi que tal y como había evolucionado todo, en Granada bandas no iban a faltar. Así que me me quise apartar, porque además yo nunca he sido un cofrade al uso. Ni nazareno, ni costalero... sólo musico.
- La personalidad que se le marcó a la banda, tan personal y tan ligada a la figura del director, ¿hizo inviable el futuro de la formación?
- Cuando comuniqué mi decisión, decidieron los músicos abandonar la banda. Yo les dije que siguieran adelante, pero ellos decían que sin Ripoll no sería lo mismo. Y, antes de que se bajara el listón preferí extinguirla. Tenía gente cualificada para haber seguido adelante y haber mantenido el espíritu de la banda, y yo en un segundo plano echando una mano. Pero tomé esa decisión y, sinceramente, prefiero que esté en el recuerdo antes que haber visto desvirtuada la banda. Me hubiera muerto.
Sin duda, por su nivel y repertorio musical fue un referente, pero también por su carácter y presencia en la calle.
Cuando empezamos me llamaban loco, porque lo que hoy tocan con ochenta músicos yo lo tocaba con 25 o 26 cornetas. Ahí se notaba la calidad. Pero me emociona que la gente aún recuerde por eso a la Banda de Pepe Ripoll: por esa calidad y por la elegancia y la disciplina de los músicos. A mí me salía solo, porque yo me había criado en el ambiente militar de la OJE y del ejército: todos aprendían lo que yos les decía, aunque reconozco que era un poco autoritario. Aquí se ensayaba en un horario y se hacían las cosas de una manera concreta. Y si no te gustaba, te podías dedicar a otra cosa. Había hasta padres que me llevaban a los chavales, con dieciséis años, porque no conseguían pelarlos ni enderezarlos. Por eso, cuando empezaron surgir otras bandas, menos disciplinadas, preferían irse. Era un modelo de vida, de concentración, desde antes que arrancara el tambor.
Ha cambiado todo mucho.
Los que antes criticaban lo mío, por la conducta militar, hoy les gustaría tener eso en sus bandas. Se han dado cuenta del desorden que hay.
Y aunque desconectado del panorama y de la actualidad, ¿cómo ve la música cofrade actual?
A mí, personalmente, no me gusta. Soy de cornetas y tambores puros. Me tuve que atrever a meter trompetas y algunos instrumentos para hacer los bajos y poder tocar las partituras que se estaban empezando a componer. Comprendo que todo tiene que evolucionar, y que cada época tiene sus gustos. Yo mismo tuve que evolucionar desde la Banda Provincial, después del revulsivo de la Banda de Marchena cuando tocó aquí en Granada, con los instrumentos, el repertorio y hasta los uniformes.
Pero esa evolución también ha permitido hacer grandes logros para la Semana Santa. Ayer, por supuesto, pero también hoy.
Yo recuerdo con mucha ilusión toda aquella renovación que hicimos. Llegamos a meter xilófonos y eso a la gente le encantaba. De hecho eso nos hizo tener mucha repercusión, aunque nadie es profeta en su tierra. Pero cuando llegábamos a Almería, Málaga o Jaén era una odisea. Aún así, a mí eso no me llenaba. Pedí opiniones e hicimos el cambio, a estilo Policía Armada, Cigarreras, Bomberos de Málaga, Triana... lo que gustaba y lo que la gente pedía. De hecho, cuando pasamos a agrupación musical, fue un éxito.
Y desde que su retirada, ¿no le ha picado el gusanillo?
He intentado vivir la Semana Santa con perspectiva. Los primeros cinco años desaparecí por completo. No quise ni ver la televisión precisamente, para que no me picara el gusanillo ni me hiciera replantearme mi decisión. Pero a día de hoy me sigue diciendo que por qué dejé la banda. El año pasado, con motivo del veinte aniversario de la disolución se quiso hacer un homenaje y volver a juntar a la banda para hacer un homenaje, pero la cosa no funcionó: estuvimos cinco o seis sábados ensayando en el local del Gran Poder, pero no salió.
Entonces no cabe una vuelta de Pepe Ripoll y sus músicos.
Esa ha sido la pregunta diaria. Yo tomé una decisión y es eterna. Cuando los vi con esa ilusión tuve la tentación. Pero desde que me retiré he ganado en calidad de vida, y he recuperado muchas horas con mi familia. Antes era yo quien tenía que pelearse con la hermandad, con los contratos, con los padres de los músicos. Además, ya me cuesta hasta pegar dos pitorrás con la corneta.
¿Echa de menos la Semana Santa de antaño?
Sí, me quedo con aquella Semana Santa humilde, la de antes, la de la tierra del chavico. Donde se tenía devoción de verdad, con los hermanos que querían a sus imágenes. Hoy, parece ser que lo que vale es querer demostrar ver quién puede más y quién quiere hacer a su hermandad más grande. Echo de menos esos momentos austeros, más íntima y más recogida. No me he perdido nada: porque lo de ahora yo ya la conocí cuando me marché.
Pepe Ripoll estará siempre en el recuerdo de los cofrades de Granada.
No puedo pedir más. Me han hecho homenajes, me han dado reconocimientos y premios. Solo me queda sentirme orgulloso de que la gente recuerda mi trayectoria. Y más que por mí mismo, por la banda.
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