Las marcas de lujo ignoran la crisis
Cada vez más personas ansían poseer artículos de lujo, lo que brinda a los fabricantes facturaciones récord, una tendencia que parece tener una larga vida por delante.
París/La sencillez forma parte del pasado: cada vez más personas ansían poder permitirse artículos de lujo, lo que brinda a los fabricantes facturaciones récord, una tendencia que parece tener una larga vida por delante.
Ya sea bolsos de cocodrilo, champán o relojes, el negocio con el lujo vive un boom. El aumento de la cantidad de ricos y superricos promete al sector una entrada triunfal en la nueva década. El principal consorcio de lujo mundial, LVMH, presentó unos resultados con un 73 por ciento de ganancias, algo con lo que otras empresas no pueden siquiera soñar. El jueves, también su rival Hèrmes mostró excelentes ingresos.
Las casas de lujo europeas viven este buen momento sobre todo gracias a los clientes del Próximo y Lejano Oriente. Los árabes y los asiáticos se entusiasman con el glamour occidental y cada vez tienen más capacidad para costeárselo. La demanda es enorme no sólo en China, sino también en Corea del Sur, Indonesia y Cercano Oriente, según la asociación francesa de empresas de lujo Comité Colbert. "Un hombre árabe puede tener sin problemas entre 30 y 40 frascos de perfume en su estante", según la portavoz del Comité Elisabeth Ponsolle des Portes. Por ello últimamente son normales tasas de crecimiento de un 25 por ciento entre las empresas que integran la asociación.
Uno de los que más se ve beneficiado con el lujo es el presidente de LVMH, Bernard Arnault. El empresario francés, de 61 años, dirige marcas de prestigio como Moët & Chandon, Louis Vuitton o Christian Dior. Con una fortuna estimada en 27.500 millones de dólares (20.200 millones de euros), está considerado el hombre más rico de Europa. Su buena mano para los negocios con artículos elegantes le granjeó a la firma una facturación récord de 20.320 millones de euros el año pasado, y ganancias de 3.030 millones de euros. En la empresa su mote es "Dieu" (Dios).
En el sector Arnault es un hombre admirado pero también temido. Su último gran golpe ha sido entrar de manera secreta en su rival Hermès, del que compró en torno al 20 por ciento de las acciones en el más absoluto silencio. La compañía fundada en 1837 teme ahora una oferta de compra hostil, pese a que el empresario volvió a repetir que es "un accionista bienintencionado". Mientras el negocio marche tan bien como el año pasado, no es probable que los herederos de Thierry Hermès estén interesados en un negocio con Arnault, principal accionista de LVMH. Porque la compañía famosa por sus pañuelos y bolsos también tuvo una facturación récord de 2.400 millones de euros y el valor de sus acciones subió más de un 50 por ciento en los últimos 12 meses.
Otro elemento que alegra al sector es el entusiasmo de los clientes asiáticos por viajar de compras a Europa pese a que hoy en día prácticamente cada artículo se puede adquirir en las tiendas locales de las marcas. Los turistas chinos son ya los principales clientes en el centro comercial parisino de las Galerías Lafayette. "Para ellos Francia es el destino preferido. Todo lo que es francés es romántico, todos sueñan con una copa de champán frente a la Torre Eiffel", afirma Elisabeth Ponsolle des Portes.
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