Perú busca rescatar la quina, el amenazado árbol que salvó millones de vidas

Naturaleza

En plena pandemia del coronavirus, pocos se acuerdan de este emblemático pero marginado árbol cuando personalidades como Bolsonaro, exhiben cajas de cloroquina, el sustituto sintético de la quinina

El casi extinto árbol de quina
Fernando Gimeno

13 de agosto 2020 - 10:15

Salvó millones de vidas de la malaria pero desde que en 1934 surgiera la cloroquina, el remedio de moda contra la COVID-19, el árbol de la quina pasó al olvido y ahora está amenazado de desaparecer, una catástrofe que se intenta evitar en Perú, donde esta especie figura en su escudo nacional.

Este árbol propio de los bosques de neblina de los Andes fue esquilmado en siglos pasados para extraer de su corteza la quinina, su principal alcaloide natural, un potente remedio utilizado por las civilizaciones prehispánicas para bajar la fiebre y que se exportó durante la época colonial a todo el mundo para tratar el paludismo.

Ahora en plena pandemia del coronavirus, pocos se acuerdan de este emblemático pero marginado árbol cuando personalidades como el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, exhiben cajas de cloroquina, el sustituto sintético de la quinina, para alentar su consumo pese a no estar probada su efectividad ante la COVID-19.

En Perú, donde se han registrado 19 de las 24 variedades de quina existentes en el mundo, se ha vuelto a extraer furtivamente su corteza en estos meses de pandemia a base de machetazos, método que causa gran daño al árbol, según afirmó a Efe el ingeniero forestal Alejandro Gómez, uno de los mayores especialista de la quina.

Científicamente se llama cinchona y popularmente cascarilla, pero solo una de esas 24 variedades, la cinchona calisaya, está protegida por ley en Perú para evitar su tala. Se desconoce cuántos ejemplares quedan en pie porque no existe un inventario a nivel nacional.

Víctima de la deforestación

Después de tres siglos de explotación para obtener su corteza, la deforestación aún es su mayor amenaza, especialmente la practicada por la agricultura migratoria, que quema y tala áreas de bosque, lo que contribuye al calentamiento global y este a su vez complica la supervivencia de estas especies nativas.

A ello se une el gran desconocimiento sobre esta valiosa especie a la que en Perú se acostumbra a confundir con un ficus, pese a que la quina figura en el cuadrante superior derecho de su escudo nacional para simbolizar la riqueza y diversidad natural del país y por ser considerada la planta más influyente en la historia de la medicina natural.

"Lo que nos falta justamente es conocimiento, y hay un dicho que dice que lo que no se conoce, no se quiere, y lo que no se quiere, no se defiende. Por eso, para nosotros defender algo tenemos que quererlo, y para quererlo, tenemos que conocerlo", expresó Gómez.

Se reconoce por su copa alargada y poco frondosa. Puede alcanzar 25 metros de altura y su tronco superar el metro de diámetro. Sus hojas son verdes cuando son jóvenes, pero rojizas cuando están a punto de caerse, de forma puntiaguda y nervios sobresalientes.

"Hay escasa investigación en cuanto a su silvicultura", dijo Gómez pese a que es un árbol con múltiples usos. Además de las propiedades medicinales de la corteza, también sirve para fabricar agua tónica y su madera es preciada para la ebanistería.

Santuarios para el bicentenario

En los Andes peruanos, especialmente en el norte, hay multitud de enclaves propicios para crear bosques de quina, y Gómez cree que el 2021, cuando Perú celebrará los 200 años de su independencia, es la ocasión ideal para que los peruanos redescubran este árbol.

"El bicentenario nos ofrece una oportunidad inigualable para poder recuperar el árbol emblemático que años atrás ha estado olvidado prácticamente de sus propiedades medicinales. La quina es cultura, es historia y es medicina. Tenemos que conjugar esfuerzos para llegar a buen puerto en el año 2021", sentenció Gómez.

Uno de esos santuarios de la quina es el caserío La Cascarilla, de la región Cajamarca, que comparte nombre con el venerado árbol. Allí el joven ingeniero forestal Franklin Fernández, de 24 años, ha reforzado la iniciativa de sus padres de difundir entre la población local las bondades de la quina.

"Sueño con que todos sepan qué es el árbol de la quina y por qué está en el escudo nacional, y que cada uno pueda contribuir a rescatarla. Está en nuestras manos", enfatizó Fernández.

Para dar mayor difusión a la quina, el Círculo de Investigación de Plantaciones Forestales (Ciplan), formado por estudiantes de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM) organizó a fines de julio un extenso seminario de cuatro días.

Planes de reforestación

También desde el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) se trabaja en una Estrategia Nacional para la Conservación de la Quina para llegar a 900 hectáreas de quina en áreas de conservación.

Ahora desarrolla un experimento para adaptar la quina al ambiente costero de Lima, con varios plantones distribuidos por varios lugares como la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), que es donde mejor resultado han tenido.

De manera simultánea, el Programa de Desarrollo Productivo Agrario Rural (Agro Rural) del Ministerio de Agricultura y Riego lanzó la iniciativa más ambiciosa hasta ahora para repoblar los Andes con la quina.

Se trata de un plan de tres años (2020-2022) con una inversión de 3,7 millones de soles (unos 1,04 millones de dólares) para producir más de 232.000 plantones de quina y así reforestar hasta 145 hectáreas en 22 provincias de 10 regiones del país.

"Estas plantaciones contribuirán a la mitigación de gases de efecto invernadero y regularán el ciclo hidrológico y climático", explicó a Efe el director ejecutivo de Agro Rural, Angello Tangherlini.

"Buscamos también recuperar ecosistemas de montaña y preservar las cabeceras de cuenca, tan importantes para el sector agropecuario", añadió.

Llamada al sector privado

Ya están en marcha los ejemplares para las primeras 16 hectáreas de este proyecto que también persigue concienciar a las comunidades campesinas de mantener en pie los árboles de quina.

"También queremos que las empresas del sector privado se sumen a esta iniciativa y así generar un efecto multiplicador para que esas 145 hectáreas se conviertan en muchísimas más, que es lo que necesitamos", apuntó Tangherlini.

El proyecto permitirá así reforestar importantes enclaves de los Andes con pequeños bosques de quina, un puntapié inicial para que esta venerada especie vuelva a reinar en su territorio.

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