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Broncano
Privacidad
Como cada 28 de enero, este martes se conmemora el Día de la Protección de Datos, una jornada instaurada en 1981 con la firma de la Convención Europea 108, el primer tratado internacional legalmente vinculante dedicado a la privacidad y la protección de datos.
Un día que debe servirnos, entre otras cosas, para recordar la importancia de proteger nuestros datos personales, esos que a veces cedemos tan alegremente a cualquier aplicación que instalamos en el teléfono, sin leer los largos y farragosos términos de servicio y aceptando que accedan a la cámara, el micrófono, la ubicación... En ocasiones sin que haya un motivo lógico para que soliciten esos accesos.
A todo ello se unen otros peligros como los ataques de phishing, malware o suplantación de identidad de los que somos víctimas porque los ciberdelincuentes han accedido a nuestros datos, robándolos o comprándolos a las compañías a las que previamente les habíamos concedido acceso (aplicaciones, proveedores de internet, redes sociales, servicios o dispositivos domésticos inteligentes son solo algunos de esos recopiladores de datos).
En los últimos tiempos, en diversos lugares del mundo se han aprobado regulaciones para proteger los datos de los usuarios y su privacidad, como el GDPR (General Data Protection Regulation) que entró en vigor a mediados de 2018 en la Unión Europea.
Este tipo de normas controla, al menos sobre el papel, adónde van nuestros datos, cómo se guardan y qué uso se hace de ellos. Y, en especial, se proporciona al usuario información y control sobre todos esos aspectos.
Al margen de estas directivas y de las medidas que puedan adoptar las empresas, hay algunas cosas en nuestra mano para tratar de protegernos, más allá de básicos como mantener nuestros dispositivos (y sus programas) actualizados y tener un buen antivirus (también actualizado). Aquí van unos consejos.
Es tedioso, sí, pero necesario. Tenemos derecho a saber qué datos se recopilan sobre nosotros, cómo se salvaguardan frente a accesos no deseados y qué se hace con ellos y durante cuánto tiempo.
También es tedioso, pero es más seguro no usar la opción de iniciar sesión con las credenciales de Google o Facebook en sitios que nada tienen que ver con estas compañías. Haciéndolo estamos interconectando nuestra actividad en ambas con todos aquellos servicios en los que operamos usando esas credenciales. Y si, a pesar de todo, lo hacemos, es recomendable revisar de vez en cuando a qué hemos accedido con esas cuentas para revocar accesos obsoletos o no deseados.
Debemos crear contraseñas robustas, que alternen mayúsculas, minúsculas, números y signos de puntuación y que no usemos para acceder a más de un sitio. Sí, es complicado. Pero para eso se inventaron los cuadernos para apuntar las contraseñas (que deben dejarse en casa, a buen recaudo, claro) y los gestores de contraseñas.
Muchos servicios online ya ofrecen la posibilidad de una doble autentificación para iniciar sesión. Eso significa que, además de la contraseña, te enviarán un mensaje al móvil, por ejemplo, para asegurarse de que es un acceso legítimo.
Son sólo algunas recomendaciones básicas para intentar evitar problemas. Ni que decir tiene que aunque hagamos todo esto puede que una brecha de seguridad ponga en peligro nuestros datos igualmente. Para eso es recomendable emplear herramientas como Firefox Monitor para asegurarnos de que no han sido comprometidos.
Y por supuesto, no nos olvidemos de niños y adolescentes. El deber de los adultos es protegerlos, también en internet, y darles las armas para que sean capaces de mantenerse, en la medida de lo posible, a salvo.
Ni que decir tiene que la mejor forma de evitar que nuestros datos personales circulen por la Red es no introducirlos en ningún servicio, red social o aplicación, pero este planteamiento ludita es poco realista en el mundo en el que vivimos.
Como también lo es dejar de usar todo lo que tenga que ver con las dos corporaciones más peligrosas para la protección de datos, Google y Facebook. En el caso de la primera, por sus omnipresentes buscador, navegador, correo electrónico, mapas y, en especial, el sistema operativo Android. En el caso de la segunda, por la propia red social y dos de sus aplicaciones más populares, WhatsApp e Instagram.
Pero sí podemos usar navegadores más respetuosos con la privacidad que Chrome (Firefox, sin ir más lejos), correos más seguros como Protonmail y programas de mensajería como Telegram o el aún más seguro Signal. Y como alternativa al buscador de Google, DuckDuckGo.
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