Día de la Cruz en Granada: 15 años desde la 'ley seca' para acabar con la fiesta del macrobotellón
Tradiciones
La esperada festividad pasó por malos momentos al comienzo de la década pasada
La pandemia ha supuesto un parón en dos ocasiones que finaliza este año
El Día de la Cruz en Granada fue más una preocupación que una fiesta para los vecinos de la ciudad, que sufrieron los abusos del macrobotellón anual que asemejaba la festividad con la Fiesta de la Primavera y que hizo estallar la polémica en 2005. Desde entonces, la "ley seca" ha sido la norma y la tradición recuperó su espíritu año a año, hasta que la pandemia paralizó el mundo. Tras la contención de los ingresos hospitalarios y la rebaja de las medidas sanitarias, los granadinos buscan la recuperación de esta tradición tan importante en el imaginario andaluz.
El estallido de los vecinos
Como si de una premonición sobre los altercados de los años venideros se tratara, en el año 2004 el periodista y escritor Gabriel Pozo fue el encargado de pronunciar el pregón del Día de la Cruz en el que, a modo de cuento, hizo un recorrido por la historia de la celebración y pidió que no se convirtiera en “un botellón como la Fiesta de la Primavera”.
El año 2005 fue un gran punto de inflexión. Los vecinos de Campo del Príncipe decidieron vallar la zona para impedir un botellón durante el día de las Cruces. Los hosteleros y residentes del barrio se negaron a las barras y la música, tal era el descontento de años anteriores que ni siquiera estaban de acuerdo en decorar la cruz de la plaza.
Esta fue la celebración del día de la cruz con menos cruces de la historia, tan sólo 17, repartidas por los barrios históricos de la ciudad conformaron el mapa. El Ayuntamiento prometió además un amplio dispositivo de limpieza con más de cien operativos para despejar las calles de basura lo más rápido posible. Hizo falta, puesto que los alrededores de la Plaza de Toros se desbordaron a causa de un imprevisto botellón que sorprendió a los operativos policiales que esperaban en la zona de Hipercor. Además, el Ayuntamiento inició sanciones porque sólo el 40 por ciento de los bares instaló los medidores de ruido obligatorios.
La afluencia de visitantes fue abismal, por encima de la capacidad que podía soportar la ciudad. El resultado fue una concentración de alrededor de 100.000 personas en la ciudad. Y es que, al igual que en la Fiesta de la Primavera, Granada se convirtió en el foco nacional de la fiesta. Tal repercusión tuvo que, tras el Puente, un centenar de autobuses partieron hacia Madrid trasladando a los visitantes.
La sensación generalizada fue que la tradición seguía gravemente amenazada, al menos en la ciudad, puesto que en distintos puntos de la provincia como Motril, Guadix o Santa Fe también se celebró el Día de la Cruz, pero sin los problemas que genera el botellón. Y es que esta fiesta cristiana tiene por objetivo la conmemoración del hallazgo de la verdadera cruz de Jesucristo por parte de Santa Elena, la madre del emperador constantino.
El descontento fue tal que la Asociación de Vecinos de la Plaza de Toros pidió una reunión con el Consistorio y la Universidad. Desde hacía ocho años no se celebraba en el barrio esta tradicional fiesta debido a los problemáticos incidentes, sin embargo, seguían sufriendo las consecuencias, como que las calles se convirtieran “en un urinario público”, indicaban desde la asociación.
Además, los Hosteleros criticaron la falta de previsión y solicitaron una comisión específica para reflexionar sobre los motivos que estaban convirtiendo la celebración en un macro botellón que consideraban que “daña la imagen de la ciudad”.
Reclamo alcohólico nacional
La Policía Local identificó a los autores de la convocatoria gracias a que insertaron algunas cuñas publicitarias en emisoras de radio fórmula y a que se repartieron folletos promocionales en otras ciudades.
Las reacciones se sucedieron y llegaron a estamentos de mayor autoridad, como el Gobierno andaluz, socialista en aquel momento, que señaló a la Alcaldía del popular José Torres Hurtado por “mirar hacia otro lado”. Los consejeros andaluces pidieron al alcalde de la ciudad que actuara contra concentraciones festivas como las de esta fiesta de las Cruces con los instrumentos legales que, a juicio de la Junta, eran más que suficientes para adoptar medidas más efectivas que las que el Ayuntamiento de Granada adoptó. Por su parte, el alcalde insistió en su petición a la Junta de una ley antibotellón y minimizó las funciones que podía llevar a cabo el Ayuntamiento para controlar este fenómeno social que tantas molestias vecinales ocasiona.
La previsible "ley seca"
En el año 2007 se estableció la “ley seca” en la ciudad. Tan sólo se habilitó un punto para el consumo de alcohol, el antiguo botellódromo de Méndez Núñez, en el que llegaron a concentrarse 11.000 personas a pesar de la presencia de la lluvia. La prohibición fue efectiva, puesto que en el resto de la ciudad el consumo de alcohol en las calles quedó terminantemente prohibido. De las 17 cruces que se habilitaron en el 2005 la ciudad pasó a albergar 40, gracias a que los vecinos encontraron algo de seguridad en la nueva normativa.
En el año 2009 se mantuvo la normativa anti alcohol debido a los buenos resultados con la eliminación de las barras y la limitación de la música, que prohibía superar los 70 decibelios hasta las 23.00 y hasta los 60 una vez superada esta hora en el caso de que se instalaran equipos de música. En este momento sí existía una salvedad para la instalación de barras en aquellas cruces que se montaran en patios o recintos cerrados, una medida adoptada por parte de la Concejalía de Cultura liderada por Juan García Montero en aquel momento.
La recuperación del espíritu original
Todo fue sobre ruedas los años siguientes. En el 2010 el espíritu original de las cruces quedó completamente reinstalado con la prohibición de barras durante cuarto año consecutivo. Además, la fiesta de apertura estuvo protagonizada por el pregón del bailarín Juan Andrés Maya, que interpretó una parte de su espectáculo tras entregar los premios a las cruces ganadoras. En el año 2011 la normalidad ya era que el alcohol no fuera una aliciente. De un total de 63 cruces, sólo 9 fueron habilitadas con barras para servir bebidas.
Los años consecutivos se desarrollaron con cierta normalidad, hasta que en el 2017 se autorizaron algunas terrazas además de las ya restringidas barras junto a las cruces, que en este año fueron 15. Para evitar los tiempos pasados de botellones y fiestas improvisadas la policía reforzó los operativos disponibles y se establecieron multas de hasta 300 euros para evitar el botellón. La pandemia puso en jaque la celebración que los granadinos vivieron desde la decoración de sus balcones en 2020 y bajo las restricciones en 2021.
Tras dos años de restricciones, la fiesta de las Cruces tendrá lugar únicamente en el mismo día de la Cruz y con horario restringido. Es decir, la fiesta dará comienzo el 3 de mayo a las 12 de la mañana y tendrá su final a las 22, tan sólo 10 horas de celebración. Eso sí, las cruces se podrán montar a partir del 1 de mayo a las 17:00 y tendrán que estar completas a las 16:00 del día siguiente, cuando el Jurado Calificador del concurso iniciará su visita. Habrá barras, pero se instalarán en los barrios de Beiro, Chana, Genil, Norte, Ronda y Zaidín , quedando fuera el casco histórico, integrado por el Distrito Centro y el Albaicín. Estas barras situadas en vía pública solo las montarán, con solicitud previa, asociaciones sin ánimo de lucro con una antigüedad de tres años y entidades acogidas a derecho canónico inscritas en el registro de la autoridad eclesiástica.
Todo apunta a que la normalidad estará presente tras los turbulentos años de botellones descontrolados con su punto y final en 2005 y la llamada “ley seca” que acabó con la cultura de botellón que se había establecido en la ciudad. La normalidad vuelve tras dos años de parón por culpa de la pandemia.
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