El Palacio de Granada en el que alojarse estos días de primavera
Turismo
Entre los edificios más emblemáticos de Granada existe uno en el que el turista se puede alojar y vivir la auténtica experiencia de vivir en un palacio
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Granada/Llega una época en la que Granada se llena de viajeros y turistas en busca de ver la belleza que esconde las calles de la capital nazarí y de aquellos rincones naturales de los municipios que conforman la provincia. Entre todos esos edificios que teletransportan al visitante a otra época sin duda los más llamativos son los palacios. Voluptuosas construcciones situadas en diversos lugares embelleciendo la vista que se puede contemplar allí.
Sus usos difieren dependiendo de a que se haya destinado. Uno de estos, que desde un inicio se construyó como complejo hotelero, es perfecto para poder vivir lo que se siente realmente estando en el interior de un palacio. Se trata del Hotel Alhambra Palace, un edificio que cuenta con 113 años de historia entre sus paredes.
Aunque no es el edificio con mayor número de años entre los granadinos sí es cierto que en este poco más de un siglo de vida ha sido capaz de albergar numerosas historias gracias a todos aquellos huéspedes que han ido alojándose en alguna habitación. Un lugar en el que solo al entrar se respira sofisticación y preciosismo. Y es que se trata del segundo hotel más longevo de España que actualmente está activo.
Pasear por sus salones, contemplar cada detalle o descubrir alguna historia acontecida en alguna parte del complejo se puede convertir en otra actividad más en el itinerario del viajero. A la vez se podrá contemplar toda Granada desde cualquiera de las habitaciones o desde la terraza panorámica. Todo esto se complementa con un cuidado servicio o una gastronomía única gracias a su exclusivo restaurante. Y es que se trata de un hotel que cuenta con cinco estrellas.
Por otro lado si lo que se busca es conocer aquellos palacios que forman parte de la historia más antigua de Granada hay varios que son de obligada visita. Así el de los Córdova, que aguarda al final del Paseo de los Tristes. Se construyó entre 1530 y 1592 en la Placeta de las Descalzas, pero en la década de los 60 fue trasladado a la Cuesta del Chapiz. Bordeando el río Darro y con La Alhambra de fondo es de obligado cumplimiento detenerse en sus patios, en una fuente cuyo sonido invita a la calma, además de un estanque y un pequeño pilar adosado a la pared de la casa de los guardeses.
Dando un paseo por El Realejo, se encuentran algunos edificios señoriales que atestiguan a la perfección el pasado grandioso de Granada a lo largo de los siglos. De esta forma uno se puede deleitar con edificios poco conocidos como el Palacio de los Condes de Castillejo, un edificio del s XVI, que a pesar de todo mantiene su aura nobiliaria, plasmada en su portada renacentista en esquina, con el escudo familiar. A dos minutos andando se puede llegar a la Plaza del Padre Suárez. Allí no queda sino maravillarse por obras arquitectónicas como el Palacio de los Gil Vázquez Reginfo, popularmente llamada ‘La Casa de los Tiros’. Una antigua mezquita reconvertida en casa señorial y que hoy en día funciona como Museo de Artes y Costumbres Populares. Muy cerca, casi pasando inadvertida, la Casa de los Marqueses de Casablanca, una combinación armoniosa de estilo gótico y neomudéjar. Estos edificios renacentistas conviven con otros más modernos como el Palacio del Marqués de Villa Alegre, actual Colegio de las Monjas Mercedarias. Un claro ejemplo de arquitectura palaciega granadina del siglo XIX. Un pórtico imponente cargado de ricos detalles neorrenacentistas.
Los Mendoza, la familia más poderosa en la España de los Reyes Católicos, también dispuso de unas dependencias acordes a su rango en la capital granadina. En 1540 adquirieron la propiedad situada en el Campo del Príncipe. Este inmueble, ostenta un hermoso patio adornado con sombreados platerescos, un bonito alfanje mudéjar en su salón principal y una capilla barroca que asombra por su belleza. Sin embargo, lo más cautivador se encuentra en su fachada, que exhibe una portada adintelada del siglo XVIII y, a su lado, una preciosa capilla con una portada de mármol negro. Todos estos elementos son testimonio mudo de su apasionante trayectoria histórica, que atrae la atención de cualquier visitante.
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